Renacida, el tío de mi ex me reclamó.
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helado. Fue lo primero que Alba Velasco
o a unos estériles veinte grados; era un frío que parecía irradiar desde su
rporándose bruscament
de hilos superior a lo que solía ser su punt
pájaro frenético atrapado en una jaula. Pum
s manos a la cara. Su pie
o el pitido plano del monitor mientras Plata Abrojo daba
manos y miró a
cuero negro, ventanales de piso a techo que daban a la gris extensión
j digital en la mesita de no
lpeó como un p
Nueva York. El día en que Industrias Abrojo anunciaría su "revolucionario" nuevo algoritmo. El algoritmo qu
e, hoy era el día en
se abrió con una violencia que hizo tem
Abrojo
peinado a la perfección. Parecía salido de cada portada de revis
ención centrada completamente en su reflejo en el e
despier
miró. Nunca la miraba realmente. Para él, ella era sol
cumentos sobre el edredón. Los papeles aterrizaron
s -orden
irada hacia ella, sus o
estado de soltero durante las entrevistas posteriores al mercado. Funcion
mirada hacia
as letras negritas le
a su brazo, preguntando qué había hecho mal, prometiendo ser mejor, ser más callada, ser lo que é
o ah
pero bajo sus yemas. No sentía el escozor en sus ojos. No
ta. Por primera vez en tre
ocre parado sobre un pedestal que ella había constr
mas, Alba. Ambos sabíamos que esto llegaría. Fuiste un proyecto divertido, pero seamos honest
us orígenes humildes para mantenerla pequeña, para hac
o de la cama. Sus pies tocaron l
la esposa sumisa se desvaneció. Endere
abitación. Se movía con una gracia fluida que no poseía ayer; o más bien, una
abía preparado un discurso sobre cómo ella ya no era "compatible
su camino-. Dije que firmes los papeles.
plemente lo esquivó como si fuera una obstruc
a Montblanc, un regalo que ella le había comprado para su primer
su mano. Se sentía perfe
Su firma era dentada, agresiva. Junto a e
laron tras sus ojos,
ndo tendencias del mer
bió que salvaron su primer
al oído antes de las reuniones, que él luego
todo. Su mente, s
ido fue un clic agudo en
ose con irritación-. Tienes el acuerdo delineado ahí. Es
se
ata en su lugar. No era una risa amarga. Era la risa de a
u voz era firme, desprovista de los tembl
ó el plumín contra el papel. La tinta fl
Vel
brojo. Al
mento hacia él. Aleteó por el
e. Miró la firma, esperando un desastre, un garabato de p
lo firmaste -balb
más -di
o, sus disfraces para la muñeca que él quería que fuera. Alcanzó el estante superior y
a ganando, estaba consiguiendo lo que quería, pero no se sentía como u
sa. Un par de vaqueros. Un suéter. Su viejo portát
ecuperando su arrogancia-. Pero honestamente, cuanto antes te vayas, m
aleta. El sonido fue como el cie
enfrentarlo u
quien me está echan
la maleta tras ella. Las ruedas zu
a, más ancho. Usaba su presencia física para i
ándose-. Vuelves a la basura de donde viniste. Nadie en e
Sus ojos eran oscuros,
o de vida que disfrutas... requiere c
su espacio personal hasta
ayas tomado n
ella no tropezó. Salió del dormitorio, bajó por el la
erraban, cortando la vista del lujo qu
15
a en dos horas
en el ascensor estaba viciado,
uenta atrás -murm
de descubrir exactamente cuá