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Un matrimonio de mentiras

Un matrimonio de mentiras

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:3017    |    Actualizado en: Hoy, a las 16:07

aceptó un matrimonio arreglado con el rebelde artista Gael Lobo. Ella lo veía como una variabl

rdidamente enamorado de otro hombre, Adán, y todo

incipio, la mandó a azotar brutalmente. Más tarde, Gael la besó a la fuerza en público p

demostrando que el dolor de ella no significaba nada comparado co

cortó lazos con su pasado. Y comenzó a celebrar su libertad. Pero la fiesta se detuvo e

ítu

a Rey

usión, y Gael era el heredero rebelde, una variable caótica que yo pretendía gestionar, no sentir. Debí haber sabido entonces

lvaje. Escuché historias sobre él, susurros de fiestas nocturnas, instalaciones de arte improvisadas y un desprecio casual por cualquier cosa que se pareciera a un

Hielo», y no era un apodo contra el que luchara. La emoción era una debilidad, una variable que podía ponerlo todo en peligro. Mi vida era una estrategia meticulosament

o y las tradiciones rígidas, veía a Gael como un activo incivilizado. Él los veía a ellos, sospechaba yo, como la jaula de oro que lo había atrapado.

ra de cuero negro parecía fuera de lugar contra la caoba pulida y el cristal. Su cabello, un desastre oscuro e ingobernable, caía sobre u

contra la formalidad silenciosa de la habitación. No me miró a mí, sino

rgada con el tipo de autoridad que usualmente ha

encogió de hombros,

con suficiencia, tomando un largo sorbo de agua de una

Así no se hacían las cosas en nuestro mundo. Estaba a punto de estallar,

... falta de puntualidad. -Lanzó una mirada mordaz al padre de Gael, que parecía mortificado-. Sin em

habitual frialdad. La mantuvo un instante más que la mayoría, con un brillo curioso. Fue entonces c

ceño fruncido asomó a sus labios. Miró mi mano, luego de vuelta

an fuera de lugar, tan impropio, que toda la habitación quedó

a una debilidad, una distracción. Yo era Eliana Reyes, siempre e

ligeramente hacia adelante, sus ojos fijos en lo

inesperado. Empujó su silla hacia atrás, se levantó y caminó hasta mi lado de la mesa. Extendió la mano, no para tocarme, sino para apartar

entemente alto para que todos oyeran-. Pero si estás atrapada en esto conmigo, te prometo una cosa. Me asegu

me suya, no con arrogancia, sino con una extraña y feroz protección. Era ilógico, impulsivo, absolutamente caót

que deberían repelerse, pero en ese momento, una extr

rogramada de ejercicio, informes de noticias y estrategias corporativas. Cada comida estaba planeada, cada minuto contabi

o durante días, emergiendo solo por comida o una nueva idea. Mi rutina perfecta lo volvía loco. Podía verlo en la forma en que sus ojos

perado, levantando las manos-. Es como vivir c

as a nuestro personal y, a veces, solo a veces, tiraba mi desayuno cuidadosamente preparado, reemplazándolo con comida grasosa para llevar. Enfrenté cada provocación con un

o por correr desnudo por una fuente pública, alegando que era «arte performático». Los abogados de la familia Reyes y

o, donde él dibuja

pre-. La junta exige una explicación. T

a vista,

de Hielo? -Sus ojos me

oyecto de arte público que se alinee con nuestra responsabilidad

boncillo sob

e a mí, su aroma a artista salvaje llenando mi espacio-. Pregunté qué propones tú.

mirada, si

elevantes. Mi deber es mi

onido áspero

, su frustración palpable. Estaba desesperado por una reacción, cualquier reacción-. Sabes, h

ho que se sentía como... fastidio-. Sin embargo, te aconsejo que no uses tales tá

la ma

De verdad no entiendes nada, ¿o te haces? -Se acercó aún más, su rostro a centímetros del mío-. Estás tan de

mi corazón latiendo

rámetros de nues

sa ahogada,

glado? Lo tienes. -Se dirigió a la puerta, luego se detuvo-. Solo para que lo sepas, hay otro tipo de arreglo que podría h

echo se intensificó, una extraña opresión. ¿Era preocupación? ¿O solo el f

ravés del hueco. Estaba hablando por teléfono, su voz baja e intensa. Le oí decir: «S

do me recorri

amilia Reyes. Estaba de pie frente a un espejo de cuerpo entero, ajustándose la corbata, luciend

as de zafiro que te di

en el espejo, con

ausa, luego sonrió con suficiencia-. ¿Y qué hay

sición, desafiando mi fachada de hielo. No había reaccionado entonces, pero

s maritales -respondí, mi voz neutral-. Simpl

sus ojos ardiendo con una intens

ue estabas cumpliendo tus obligaciones contractuales?

facilidad con la que podía diseccionar

ije, desviando el tema-.

ntractual, ¿no crees? -Su mano se extendió, ahuecando mi mandíbula. Su pulgar rozó mi pómulo,

e y desconocido desplegarse en mi vientre. Mi cuerpo respondió, traicionando mi rígido control. Me sentí tambalear, mis manos buscando instintivamente sus hombros para mante

contra los míos con una presión insistente, una súplica desesperada de conexión que resonó en lo profundo de mí.

partó, sus ojos aún oscuros por el deseo, pero un destello de molestia cruzó su rostro. Miró el identificador de llamadas.

scamente y yo tropecé hacia atrás, agarrándome al borde de la ca

ntemente aguda. El cambio repentino fue disco

or el cabello, ya

ecesita. -Agarró su chamarra-. Puede

o, pero la ira crecía, caliente y rápida-.

la puerta, de

iento? ¿Que fue un error? -No se dio la vuel

silenciosa habitación. Mi cuerpo todavía vibraba con el fantasma de su tacto, un

te. La brusquedad, la frialdad, el cambio familiar en sus ojos... todo apuntaba a algo, o alguien, específic

salí corriendo, l

tensa con una urgencia recién des

temente, a un bullicioso y brillantemente iluminado distrito de arte que rara vez visitaba. El coche de Gael se detu

dad tiñendo mi tono. Este no era el tipo de lugar que un

a -confirm

alpitante vibraba a través del pavimento. Empujé la pesada puerta de metal, el ruido y el calor golpeándome como una fuerza física. Dentro, era un caleidoscopio de l

la cabeza echada hacia atrás en una carcajada, una sonrisa genuina en su rostro, una sonrisa que nunca había visto dirigida a mí. Estaba mira

deado de varias mujeres, riendo y bebiendo. Levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de Gael. Gael son

n beso persistente y posesivo. Gael lo vio. Sus ojos, fijos en Adán, se abrieron ligeramente y luego se

e indomable que solo ahora, demasiado tarde, veía ar

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