La cámara oculta lo capturó todo
Vista d
tro de Brenda era una máscara de compostura forzada, pero sus ojos, reducidos a rendijas, prometí
eciente tensión. -¿Aurelia? Perdón, acabo
tía una impecable polo oscura y pantalones de vestir, el tipo de atuendo casual elegante que gritaba "CEO de tecnología que no le rinde cuentas a nadie". Su cabello oscuro estaba ligeramente albo
uina. No la sonrisa practicada y política que estaba tan
n salvavidas. Caminé hacia él, una sensac
dor. -No me lo perdería por nada del mundo -m
s estaban... involucrados. -Su tono había cambiado de especulativo a genuinamente impresionado. Eugenio Salas era una estrella en ascenso en el mundo
elazando mis dedos con los de Eugenio. Su
cialité, lo suficientemente alto como para ser escuchada-. Mu
ibraba de furia a su lado. La percepción del público ya estaba cambiando. Santiago odi
a la sala, mi voz clara y segura-. E
do en mi espalda. Era un peso físico, pesado y posesivo. No podí
da y autoritaria, reson
giré lentamente, encontrando su mirada furiosa. Mi e
vida algo -espetó, sus ojos moviéndose de Eugenio a mí, y de vuelt
urelia, es una oportunidad importante de networking para nosotros. Sabes cuánto
o en mi corazón. Nosotros. Eso es lo que él siempre
ad-. Pero como dije, Eugenio y yo tenemos otros compromisos. -Miré a E
ntrándose con los de Santiago. Un mensaje silen
hacia atrás. No necesitaba hacerlo. Podía sentir la furia de Santiago como
tras me acomodaba en el asiento del pasajero, sentí los últimos vestigios de la mirada de Santiago. Fue so
ga y lenta bocanada de aire que no me hab
la ciudad. -No hay de qué, Aurelia. Fue un p
ció ninguno. Simplemente condujimos, el cómodo silencio
ntó, con los ojos
vor -respondí, dán
go su mano fue a su bolsillo-. An
él, sorprendi
arte' de nuevo. O, ya sabes, para futuros compromisos
arecieron años. -Está bien, Eugenio -dije, sacando m
míos, y por un instante fugaz, sentí una chi
vez un símbolo de nuestro futuro compartido, ahora se sentía como una jaula. Él rara vez estaba aquí, siempre en su oficina d
fuera. Justo cuando entré, mi teléfono vibró en mi mano.