Desde el Cajero hasta el Imperio de la Reina Tecnológica
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cesitaba un millón de pesos para una cirugía que le salvaría la vid
ocupado y me colgó. Lo encontré allí, no en urgencias, sino en un ala privada, m
cajero automático personal durante más de una década. Cuando lo confronté, filtró mis fo
llada y herida en la call
vidó de qu
a mi madre, la directora
z firme-. Estoy lista
ítu
to". Un futuro que ahora dependía de una cifra única e imposible: dos millones de pesos. Era un objetivo al que nos habíamos estado acer
voz de mi madre, nítida e inflexible, inte
able pero firme de que mi reloj biológico so
y tres años, mi vida. No te estás hacien
z, un dolor de cabeza familiar
Ángel y yo estamos trabajando p
sus
urante más de una década. ¿Cuándo vas
Siempre la tenía. Pero no p
inalmente había ll
segundo hijo. Nuestro objetivo era una casa, una vida juntos. Dijiste que nos casaríamos cuando alcanzáramos los do
intenso cuando estaba "trabajando" en sus aplicaciones, el próximo gran éxito que nunca terminaba de despegar. El silen
a asentido
lo. En cuanto lleguemos a los dos millones, t
Casi le había creído. Incluso empezó a hablar del tipo de boda que tendríamos, pequeña e íntima, jus
tiempo y mi dinero, fue acusado de infringir los derechos de autor. Un desarrollador rival afirmó que había robado su código, sus mecánicas de
podría esperar ganar con sus proyectos fallidos. Más incluso que nuestros meticulosamente ah
ho con la voz ahogada, los ojos desorbitados po
trabajaba". Así que yo me hice cargo. Siempre había sido la estable, la confiable, la que se aseguraba de que la renta
a honorarios de abogados, "negociaciones de acuerdo" que requerían efectivo y el malestar general de un artista "arruinado". Vi có
es nocturnas. Tomé turnos extra en el Cielito Querido Café de la esquina, el olor a granos tostados un recordatorio constante de las horas que estaba cambiando por di
seño. El almuerzo era a menudo un lujo olvidado, reemplazado por galletas saladas y café tibio. Las tardes eran una carrera frenética a la cafetería, sirviendo lattes con una
ibrante, había adquirido un tono pálido. Empecé a llevar una pequeña botella de antiácidos en mi bolso, un compañero constante para el estrés que me carcomía el estómago. Mi cuerpo se sun sonido agudo e inoportuno
le había oído antes-. Es mi tía. Ella... se desmayó. Un derrame cere
e afirmaba que estaban distanciados o que era "complicado", pero s
ente se aceleró, imaginando camas de hospital, luces i
Un millón! No lo tengo. Mis honorarios de abogado... e
ntos noventa mil. Todo, y más. Mi casa, nuestro futuro, disolv
mente firme a pesar del temblor en mis
ación de mi banco, transfiriendo la mayor parte de nuestros ahorros. La pantalla
endo a ceniza. La casa de mis sueños
cargada de emoción, y por un momento fugaz, sentí una oleada de orgullo
ncéntrate en tu tía. Estaré allí ta
, una clínica privada famosa por sus t
ora -dijo-. Te ma
do. Voy e
del día. Había empezado a llover, una llovizna fría e incesante que reflejaba la desolació
istorsionadas mientras salía a toda prisa, mi mente
, mi codo raspándose contra el concreto. La tela barata de mis jeans se rasgó en la rodilla. Me quedé allí un momento, la lluvia fr
burlándose de mí. Novecientos noventa mil pesos. Mi esperanza, mi futuro, mi cuerpo adolorido y roto en una banqueta mojada. Respiré hondo, saqué
al tercer
o está tu tía? -pregunté, tratando d
reguntas eso? -su voz era clara, tranquila y completamente d
ldazo de agua helada, emp
é, mi voz apen
golpeando mi piel como pequeños fragmento
Mintió s
la línea