El día que mi amor se hizo pedazos
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és de mi viaje de dos semanas en solitario. En lugar de eso, me dejó plan
sola llamada telefónica reveló la verdad:
ella en su regazo, con la leyenda: "¡No te preo
. Problemas con el coche. Tuve que dejar a Krystal primero.
te rompieron algo dentro de mí. Había pasado tres años haciéndome sentir pequeña, i
crueldad, pero parada allí, empapada y traicionad
la voz firme. "Sobre esa asignación de cinco años
ítu
o de una versión moribunda de mí misma. Acababa de bajar del avión, el aire fresco de Islandia todavía pegado a mi ropa, un contraste brutal con el desastre húmedo que me recibió de vuelta en la Ciudad de Méxic
en mi mano. Era una avalancha digital. Llamadas perdidas de Ricardo: 37. Buzones de voz: 12. Mensajes de él: demas
e el contacto de Ricardo
ibración fresca e insistente. Es
agresión inmediata, afilada y cargada de una irritabilidad fa
o llenando mis pulmones. "Acabo de aterrizar
nectada' mientras Krystal tenía un ataque d
"¿Mis acciones? ¿De
s, cada una un aguijón. "La de la cascada. La
. Una cascada majestuosa. Mi descripción había sido alg
nada en mi boca. "¿Por qué una foto de una cas
peración. "'Finalmente encontré un lugar donde el aire no está cargado de toxi
bsurda. Ni siquiera había pensado en Krystal cuando
escuchaba, uno reservado para los 'inocentes' y los 'frágiles'. "Su condición car
cesitaba atención, especialmente de Ricardo. Mis dedos se movieron sin pensamiento consciente. Desbloqueé mi teléfono
s puntos. Lue
evándose consigo una pequeñ
me disculpo por cualquier angustia que le haya causado. No
do e inquietante. Ricardo, usualmente tan ráp
tá, puedo redactar una disculpa formal. Quizás enviar flores. ¿Qué tipo de flores le gust
ceño fruncido, sus ojos entrecerrados, trata
vacilante. "Has estado fuera dos
risa amarga se me atoró en la garganta. No estaba preguntando si estaba bien. No estaba preguntando s
ranquila, casi serena. "Como te dije qu
ría. "Con Krystal. Cuidándola después de ese..
r una obra de teatro donde ya conocía todas las líneas. "Y lo en
a de incredulidad, un desafío. Esperaba lágri
enta de algo sobre las emociones. Son como dinero. Lo gastas en lo que
nexión profunda. Solía pensar que el amor significaba pelear, discutir, reconciliarse. Pensaba que
taba eq
ra constante. Estaba presente. No era una actuación, y no era una moneda para ser despilfarrada en alguien que
día oír los engranajes girando en su cabeza, l
ejo nacido del hábito más que del deseo genuino. La invitación se sinti
o la bulliciosa terminal, un mundo de posibilidades abri