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El día que mi amor se hizo pedazos

Capítulo 2 

Palabras:1275    |    Actualizado en: 12/12/2025

proyectaban sombras largas y distorsionadas, haciendo que los alrededores familiares se sintieran extraños y amenazantes. Saqué mi teléfono de

de que mi vuelo despegara de Reikiavik. 'Aterrizo 10:30 PM hora

estaba lleno. Luego intenté el número de Krystal, solo para asegurarme. También se fue dir

enzó a filtrarse a través de mi chaqueta ligera, y un escalofrío recorrió mi espalda. El ú

e desolada. El conductor, un hombre corpulento con un cuello grueso y ojos que parecían

ctura. Me dolía la cabeza, un latido sordo detrás de mis ojos. Me apoyé contra la ventana, tratando de desca

artilleaba contra mis costillas, un pájaro frenético atrapado en una jaula. Ya no estábamos en el Periférico. El taxi se había desvi

é, mi voz apenas un susurr

sor, sus labios torciéndose en algo que no

ulgar voló al contacto de Ricardo, el marcado rápido de emergencia que había configu

risas y el tintineo distintivo de copas. Se m

, susurré,

, arrastró las palabras una mujer. E

e hombre. "¡Ricardo, cuéntales sobre la residencia! ¡El Dr. Blackburn,

teléfono, era asquerosamente cariñosa. "Solo un pequeño avance p

sonido que me erizó la piel. "Ricardo, cuéntales lo que

me revolviera el estómago. "Excepto unas vacaciones a las Maldivas. Estamos trabajando demasiado

una residente. "¡Lejos de todo el estrés! Suena di

r mi equipo favori

rotegida favorita?", br

ulia, espero que no estés escuchando todas e

a sabía que yo estaba en

ente dulce, "tengo que irme. El Dr. Blackburn es

ortó. Krystal

ntra mi boca, tratando de ahogar el sonido de mi bilis subiendo.

n el espejo retrovisor. Su rostro estaba oscurecido

ntó, su voz áspera. "¿O quizás ha

n. "No", dije, mi voz temblando ligeramente. "Solo lléveme

nterrumpió, sus ojos todavía fijos en lo

o me estaba llevando a casa. Me estaba

nté, mi voz sorpr

. No discutí. Simplemente saqué mi cartera, mis mano

un farol distante. Mi mano no dudó. Le arrojé el dinero, abrí la puerta y salí a toda prisa. Ni s

do a llover, un rocío frío y cortante que empapó mi ropa al instante. No sabía a dónde iba, pero corrí. Corrí hast

un momento, dos ojos carmesí observándome desde la oscurid

or del agua fría haciendo poco para adormecer el dolor en mi corazón. Las lágri

ó. Un nuevo mens

azo de Ricardo. Su brazo estaba alrededor de su cintura, su cabeza echada hacia atrás en un

sa, ¿verdad? ¡No te preocupes, el Dr. Blackb

mi amor. Problemas con el coche. Tuve que dejar a Krystal prim

o, la flagrante contradicción quemándome

o resonó fuerte y clara en las cámaras huecas de mi corazón. La frialdad dentro de mí era más profund

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