El eco que ella eligió borrar
Evelyn
n un ritmo implacable, cada latido un martillazo contra mi cráneo. Mis ojos se abrieron, luchando
ras se clavaron en mi piel. Estaba atada, con los brazos y las piernas extendidos, a una sillaumbaba sobre mi cabeza, proyectando sombras crudas sobre las paredes de concreto. Esto
ntra el oscuro pasillo. Mi visión se aclaró lo suficiente como p
voz ronca, cruda por la ira y la incredulidad
u rostro una máscara
ón. "Trastorno de estrés postraumático severo, ansiedad aguda y una respuest
ó. Me estaba cul
Está fingiendo! ¡Te
ataduras, su mord
istantes, se encont
agente. Te negaste a obedecer órdenes directas. Intentaste sabotear una misión. Y ahora,
lo que es para ti? ¿U
r en mi cabeza se intensi
seguridad de esta organización", continuó, su voz escalofriantemente profe
ntas con uniformes oscuros entraron, sus rostros
ta de datos, su pulgar f
reunido. Tu sentenc
na firma digital. Una
de miedo, sino de una incred
nán.
a un susu
s de todo... después d
ación. La pesada puerta de metal se cerró con un siseo detrás de él, sumiéndome e
mbre con ojos fríos y muertos, dio un paso ad
gado a su límite. ¿Quién iba a decir que una
No les daría la sat
el dolor golpeó. No era físico. Era un asalto abrasador y agonizante a mi mente, como mil agujas perforando mi cerebro, desgarrando el tejido mismo de m
ito que arañaba mi garganta. No me quebraría. No les daría el placer. El mundo
mblando, mi cabeza latiendo con un dolor sordo y persistente. Me desataron y me deslicé al suelo, un montón de humanidad r
fetal, durante lo que pareció una eternidad. El único sonido era e
. Me cubrí los ojos, parpadeando contra el brillo repentino. Hernán estaba allí, su r
iernas débiles y temblorosas. Mi cabeza palpitaba, un
, dijo, alcan
un respingo,
e toq
mano, sus hom
ejaste otra opción. Tu comportamiento... fue i
rnán", repliqué, mi voz plana, sin
continuó, ignorando mis palabras. "Has
algún lugar del pasillo, r
pación, toda pretensión de explicación, se desvaneció. Se dio la vuelta y corrió por
ara. Accedí a mis cuentas restantes, transfiriendo el último de mis fondos disponibles a la cuenta en
familia, mi vida entera, ahora se sentía como una prisión. Mi espíritu estaba magullado,
iones Tecnológicas Clandestinas. La clínica era estéril, fría, zumbando suavemente con maquina
o efectivamente todos los recuerdos personales desde los dieciocho años en adelante. Conservará sus habili
to. Nada de la tristeza dramática que uno podría esperar de alguien q
o si una parte de mi mente, un peso pesado y doloroso, fuera levantada suavemente y luego arrancada. Las imágenes de Hernán, Bianca, Corin
urros. El dolor, un eco distante. Luego, nada. So