Me Robaste el Corazón
isma
w
ol
a seguir. Hay respuestas, hay lógica, hay pasos claros. Pero en la vida real... nada es tan simple. A veces ni siquiera sabemos l
golpean de frente y nos sacuden. Y aunque la herida aún escuece, aunque el miedo sigue ahí, una part
momento, hay que arriesgarse. Aunque sea con cautela. Au
n vivir. A veces por sexo. A veces por compañía. A veces esperando, en el fo
olvidar, de dejar atrás un pasado que aún me pesa mientras me siento en la barra de un bar? No. Preferí una
ese aire cansado pero firme, como si entendiera -de verdad- lo que es el dolor. Como si llevara el suyo a cuestas y, aun a
como si tuviera derecho. Qué ganas de mandarlo al demonio. Y encima, con su típica invitación disfrazada de cortesía para beber "como compañeros
lógico hubiera sido darle las gracias y subirme a mi auto. Pero terminé diciendo más de la cuenta, y hasta le ofrecí llevar
s entre los dedos y el corazón latiéndome fuerte en el pecho. Siento un nudo en la
de pasos, sin decir nada. S
pesa. Mis labios se separan en un impulso,
ienses que estoy... dándote órdenes ni nada por el estilo. Eso de llevarte a casa fue una cor
o su mirada, sintiéndome má
o y escucharme? -dice él, con esa
con
Están clavados en mí... serenos, atentos. Siento q
una mano por el cabello y río con vergü
serva. No dice nada, pero en sus
nuevo, verdad? -pregunt
i divertido. Pero sin
de, y sus labios
sincera, entre
o protegiéndose el costado. Luego da u
quitarme la mirada-. No estoy casado, como creíste en el
, pero es mejor
antaría subirme a tu auto. Pero no para que me dejes en casa co
vertida, sin saber si reírme
- estaba pensando que podríamos comer algo. N
scando en la memoria algo que lo hizo feliz. L
ven unas tartas de frambuesa especta
ió la puerta del auto, con esa calma suya, como si no estu
claros, me
llo, sonriendo de lado mientras me acomodo
subo al auto del lado del conductor.
ra más
ta. Pero con Bobby todo fluye con una facilidad inquietante. Me río sin darme cuenta, sin forzar nada. Entre bromas, anéc
fetería, los nervios vuel
temblándome como gelatina, el estómago hecho un puño y los latido
con esa voz cálida que me acaric
ue te quite el castigo... -bromea, pero me cruzo
carcajada su
al Caribe gratis, sí? -me guiña un ojo, divertido-
, mordiéndome el labio para
ros con ese aire pícaro que me enciende-.
idículo. Miro el reloj de mi muñeca, solo para distraerme. No hay nad
marcharme -susurro, más por
envuelve. Su cuerpo queda frente al mío, tan cerca que siento e
in violencia. Solo está ah
y palabras. Solo ese silencio denso, húmedo, que m
pero cargado de intenciones. Lo siento tantear, como si estuviera desci
n como si me conocieran desde siempre, como si hubieran esperado una eternidad para esto. Y yo respondo con la misma necesidad, la mism
o hasta encontrar mis caderas. Se detienen ahí, por un segundo apenas, como preguntando si puede.
tándome por las nalgas con firmeza, haciéndome chocar contra él. Siento su erección, dura, directa, sin esconderse. Y
u labio inferior, apenas. Él reacciona con un
en la mía, ambos respirando agitados
todavía -susurra, ronco, con un
piel caliente, los muslos apretados,
me con respeto, pero sin ocultar lo que siente-. No es un
a punto de decir que no. Porque sé que esto puede descontrolarse. Porque no sé si estoy lista para e