Me Robaste el Corazón
días
w
ol
a. Y sí, quizás algunos lo son... o aprendieron a serlo. Pero no es mi caso. No, yo no soy esa clase de doctora que se esconde detrás
ambién hay una persona que sangra. Que se rompe en silencio. Que, aun
a más opción que hacer lo que se espera de nosotros: ser profesionales. Objetivos. Eficientes.
sa línea invisible que separa al médico del humano. Y vaya que es difícil no cruzarla... sobre todo cuando de
la mano de alguien mientras se le apaga la vida sin permitir que mis dedos tiemblen. A dormir con pesadillas en vez de recuerdos.
o. El estruendo de los gritos. El cuerpo sin vida de Ethan...mi esposo, mi mejor amigo, mi compañero de guerra, mi promesa rota. Y a veces me
diagnosticar ni controlar. Porque ser doctora se volvió mi única forma de
a tenían con creer que yo andaba buscando pareja en cada pasillo del hospital. Era agotador. Y,
-preguntó Miranda con ese tono pícaro que tanto le gustaba usar, m
ente del accidente automovilístico. El que casi se mata contra un poste después de beber más de la cuenta. Un hombre de cabello castaño corto, barba cuidado
preté la carpeta
en. Y menos con un paciente -le respondí, tratando de sonar fi
reve, como si mi nega
ar no dejaría escapar a ese galán -di
suspiro,
, bajando un poco la voz, esperan
zó una ceja, se inclinó hacia mí
hermana. La esposa del excon
lla con incredu
dije con una sonrisa incrédula-. ¿Ac
n una carcajada ligera, mientras recogía unos papeles del escritorio-. Mien
tenía razón. Porque sabía que una parte de mí quería volver a senti
na ducha larga... y mi cama. Mi santuario, por eso me apresuro sacando mis pertenencias del casillero, cuando escucho la
a noche no escaparás, Violet. Te lo advierto. Necesito celebrar que mi
espiro hondo y me giro despacio c
ar que está fuera de peligro - digo con voz serena, aunque sé que le voy a pi
uchero de drama. Cruza los brazos sobre
cuesta tener un poquito de empatía con
a-. No te haría ningún favor si te doy falsas esperanzas. Y... -hago u
n una corte celestial-. Una. Nada más. No me hagas beber sola
errando los ojos-. ¿Sabes lo que es eso? D
cabeza y se acerca, cogiéndome del
on una sonrisa pícara-. Nunca se sabe con quién puedes cruzarte esta n
una mir
vez c
y luego me guiña un ojo-. Aunque creo que a t
niego con la cabeza, resignada. No voy
más -resoplo-. Y de
Miranda, aplaudiendo como si hubié
to má
ficientemente alta como para evitar una conversación sincera... pero no tan fuerte como para callar mis pensamientos. M
como si fuera un salvavidas en medio de una marea de risas, vasos tintineando y luces bajas. Est
servilleta toda la noche? -dice una voz
Y ahí está Rober
y esos ojos... azules, nublados, con una tristeza tan profunda que parece no tener fondo. Me mira con una sonrisa ladeada, cas
ndo los ojos con un gesto acusador, pero sin
. Pero dormir no me está funcionando. Pensé que
de mí. Hay algo inquieto en su mira
do una ceja con curiosidad genuina-. ¿O
pesada, dejándome arrinconad