Cuando el amor se volvió un infierno en vida
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aso en el desarrollo, Leo. La vida era una friega implacable, pero yo mantenía unida a nu
strucción. Mi hijo, Leo, corrió a buscar ayuda, solo
, me acorraló. Se burló de la muerte de Leo y luego me pateó brutalmente en el estómago, provocándom
ue yo la había atacado. Me arrojó una navaja a la cab
leste me acusaron de infiel. En el forcejeo, rompieron la urna, esparciendo l
e, sus voces claras y fuertes. Habían fingido su parálisis, robado los activos de su empresa, y Celeste incluso había deseado
ítu
vista d
lor, del miedo constante que me carcomía las entrañas. Mi esposo, Gael, estaba paralítico. Su empresa de tecnología se había derrumbado, dejánd
aba. Y luego estaba Celeste, la hermana de Gael. Era estéril, viuda, y siempre andaba por ahí, sie
edor, en silencio. Veían nuestra ropa gastada, la comida barata del Aurrerá. Sentía sus juicios como un peso físico s
ban ásperas y callosas. La espalda me dolía sin parar. Me arrastraba fuera de la cama antes del amanecer y no paraba hasta mucho después del anochecer. Er
estrés constante en nuestras vidas. Le encantaba dibujar, jugar en silencio con su osito de peluch
oques de cemento, uno tras otro, mis músculos gritando en protesta. El calor vibraba sobre el suelo, desdibujando los contorno
ba arrodillado a mi lado, su
ierta! -gritó, su v
ezó a sacudirme, luego se
da! -gritó, y
a voz no me salía. Vi su pequeña figura desaparecer tras una pila de madera. Un ladrido repentino
ambrientos y agresivos. Intenté levantarme, el miedo me dio una fuerza súb
os sonidos se desvanecían. Un silencio terrible cayó. Rodeé la pila de madera, mi c
e
an ido. La sangre brotaba de una docena de heridas. Sus ojos estaban abiertos de par en par
el mundo inclinándose, el suelo precipitá
dole palmaditas en la mano. Me hablaron del acuerdo con la constructora. Una cantidad miserable, apenas suficiente para cubrir el funeral de Leo, pero t
tura que me infligía a mí misma, cada objeto una nueva puñalada de dolor. Sus libros de cuentos gastados, sus dibuj
a costura. Lo abrí. Escondida en lo profundo del relleno había una pequeña y anticu
a, completamente diferente a los tonos débiles y
ctivos de la empresa están trans
La voz de Celeste, sua
esposo "paralítico" y ese... ese niño lento. ¿Viste su
ltó una
carga el mundo sobre sus hombros. Déjala. L
i mano. Los oí hablar del dinero, de cómo lo habían planeado todo. La falsa par
e Celeste, got
carga. Imagina si ya no estuviera. Simplifica
el fue una risa gr
a que Alexa se ocupe de su preciosa "familia". De todos
eció, luego un calor abrasador se extendió por mis venas, seguido rápidamente por un temblor hela
mi boca sobre la alfombra gastada. La habitación nadaba a mi alrededor. La traición era demasiado. El dolor era