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Cuando el amor se volvió un infierno en vida

Capítulo 2 

Palabras:1026    |    Actualizado en: Hoy, a las 11:51

vista d

re mí. Oí un jadeo

¡Dios mío

da de preocupación, pero pude o

. Vi la mano de Celeste extenderse, sus dedos de manicura perfecta flotando

é graznar, mi voz r

vía me daba vueltas. La habitación giraba. La sa

Su rostro se contrajo e

. Siempre me rechazas.

ariz, ya hacién

a voz de Gael retum

ahí fuera? Celest

e tan frágil. Corrió hacia la silla de ruedas de Gael, sus manos inmediat

bien, Gael. Solo int

n la mirada, sus o

Celeste está tratando de apoyart

lusa, o la mancha fresca en el sue

r encima de su hombro. Fue sutil, fugaz, pero la vi. La malicia pura y sin ad

por la irritación-. Solo... vete. Hablaremos más

una sola vez. Desaparecieron en el dormitorio, la puerta se

en la pared. Era una imagen simple: una familia de monigotes tomados de la mano, un sol brillante en la esquina, y un

uería que todos fuéramos felices. Una nueva ola de dolor, aguda y

gar. Se sentaba junto a la ventana, observando a los niños del vecindario reír y perseguirse, c

una bolsita de panditas caros. Fue un lujo raro, algo para lo q

ofreciéndole la bo

s más brillantes con una mano delicada, apenas mirándolo. Leo, siempre tan dulce, había dividido cuidadosamente el resto, dejand

un hombre enfermo, creyendo que su tía era una figura amable y solidaria. Murió por sus mentiras. Murió corriendo

o que Leo desapareciera. El escalofriante acuerdo de Gael. La sang

a en su almohada, las lágrimas que habían sido contenidas por el shock ahora corrían por mi rostro, calientes e

robablemente estaban juntos, en su habitación, como siempre. Las "sesiones de rehabilitación" que supuestame

sa. Y luego, Celeste, interviniendo, ofreciéndose "desinteresadamente" a cuidar de su hermano "enfermo". Y

inodoros, empapándome bajo la lluvia, ellos estaban aquí. En es

ente. Fue transferida. Toda. A Celeste. Ahora era la dueña. El imperio tecnológico que Gael h

do juntos. En esta casa. Probablemente en la cama de Gael. Mientras mi hijo daba sus últimos y agónicos suspiros, ellos

ra se instaló. Mi dolor se convirtió en un infier

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