El Caos Perfecto
/0/20666/coverbig.jpg?v=65d19d6cc8fd19ff0990ac7a6a74b941&imageMogr2/format/webp)
ra la alarma. Una sinfonía de horarios, un vals perfectamente coreografiado que me llevaba del sueño a la primera taza de café, caliente y negro, sin una pizca de azúcar o lec
etrable de concentración. Mi atuendo-camisa azul marino impecable, mocasines de cuero italiano-transmití
omplejos, sí, pero rutinarios para mis manos. Mis manos. Eran mi capital, y las cuidaba con devoción. La
to. "Día ajetreado para los dos," le dije, besándola. Sarah era mi roca, mi futuro. En dos meses, sería
calma de un depredador seguro. En el quirófano 3, la música clásica instrumental me dio la bienvenida. L
enalina aún fluyendo, pero encapsulada. Me dirig
mi sistema perfectam
del flujo en el pasillo principal. Un grito ahogado y el clatte
co. Había un pequeño charco de café recién derramado y, peor aún, una bandeja completa de instrumentos esterilizados -fórceps, pinzas, un martillo de ref
ce de profesionalismo, mientras
. ¿Sabe lo que acaba de hacer? Esos instrumentos
arrón ferozmente expresivo, se clavaron en los míos. Estaban inyectados en sangre, de fatiga, pero
casmo que me tomó completamente desprevenido. "Estaba corriendo de la guardia de Ur
ción de protocolo? Mis labios se tensaro
esterilización adecuada es crítico. Y má
uncido exasperado. "Mire, yo sé que el pasillo de Cardio no es su campo de juegos, Doctor Perfec... ¿Doctor
de enfermeras, la severa Sra. Peters, acababa de apa
ters casi gritó, luego notó mi presencia y se
orso de la mano y aún sin procesar la gravedad
niendo fin al desastre con un
el jefe de cirugía cardiotorácica. Y, de
to. Abrió la boca, pero no salió sonido. Había pasado por alto al cirujano más importante del hospital, y no solo
había entrado por la puerta de mi departamento. Y no era solo una resident
utoridad absoluta. "Bienvenida al St. Jude. Venga a mi oficina en diez m
a ira, era una furia calculada, la sensación de que mi sinfonía había sido interrumpi