El Caos Perfecto
or Dra. E
del quirófano, sino por la furia hirviendo bajo mi bata. Ese hombre no era un médico, era un d
ra. El terror era real, pero la rabia era mayor. Había trabajado toda mi vida por esto, no por el dinero de mi fam
enalina de la confrontación no me dejaba ir. Decidí que, si mi carrera estaba a punto de
's Kitchen. Un lugar que Nick Brown jamás pisaría. Me senté en la barra y pedí un whiskey
el tercero cuando sentí
sto adquirido para una r
n. Vestido con un traje oscuro, sin corbata, luciendo peligrosam
octor? Creí que solo bebía sus perfectos ca
mi lado, pidiendo solo agua co
mintió con esa voz gélida. Pero había algo en sus ojos, una inquietud que
mine mi ambiente de descontrol
onversación, Miller. Es in
nsolencia, Doctor
idad. Su falta de control pone en peligro mi trabajo. ¿Por qué le cuesta tanto ser disciplinada? Tiene el talento. ¿Es el privilegio, Dr
el alcohol a la cabeza. Cerré los oj
codos se rozaron. La piel desnuda bajo la manga de mi blusa rozó la tela de su traje. La electricidad fue
vez. "¿Nick? ¿Hemos llegado a ese nivel de familiari
día," le devolví el golpe. "Usted me detesta porque soy su caos. Yo lo detesto porque us
sidad hambrienta en sus ojos grises que me hizo tambalear. No era e
a y buscando un límite para
Para asegurarse de que lo cruce y así
mó el vaso de agua y lo puso en la barra. Su man
" susurró. Era una advertencia, una
a de la destrucción. "Quiero que mi día termine siendo ta
se rompió. Su mano se cerró sobre mi brazo con una fuerza que no
zo temblar. "Usted quiere caos. Yo se lo voy a dar. Pero n
impulsado por el alcohol, la rabia a
ignorando el ruido de la calle, hasta un hotel boutique a media cuadra. Todo era pr
al otro, aún con los abrigos puestos, nuestros ojos fijos en una batalla silenciosa. Cuand
etonante. El beso fue una colisión, una guerra de voluntades donde cada uno intentaba dominar al otro. Sus labios eran exigentes, duro
milimétrica, ahora eran salvajes sobre mi piel, buscando una liberación que ambos negábamos en la luz del día. Yo no
jadeé entre besos, una advert
en respuesta, y me levantó, arrojándome sobre
rofesionales despojados de su armadura, usando la intimidad como un arma, como una forma de castigo mutuo por la te
ridad caótica, sudorosos y en silencio,
iempre, incluso en la ruina. Se vistió con su precis
a y cortante, volviendo a ser el
olo con mis ojos, mi cuerpo desnudo envuel
o esté sobrio y regresemos a la luz del
era una máscara de absoluta y helad
lir y cerrar la puerta, dejándome sola con el hedor a alcohol, sexo y el conoc