Entre tú y mi esposa
era la definición misma de éxito. Eran la pareja que todos admiraban: jóvenes, bellos, con carreras brillantes, y una vida personal que parecía estar libre d
decorado con un gusto impecable. Catalina estaba en la cocina, preparando café, mientras Martín salía de la ducha, envuelto en una toalla blanca que resaltaba la defini
se habían convertido en una base sólida para su matrimonio. La dulzura con la que lo recibía por la mañana, la manera en que cuidaba cada detalle de su vida juntos, era un reflejo de cómo se sentía en su interior. Para Catalina, la felicida
as se dirigía a la alacena. Catalina levantó la mirada del café que preparaba y lo observó con un cariño profund
, como si fuera una rutina sagrada. Martín le devolvió
ó, y su voz, cargada de sueño
ómo hacer que esos momentos fueran significativos. Su forma de cuidarlo sin necesidad de forzar nada, su capacidad para mantenerse en un segundo plano, pero siempre al alcance, era la razón por la que su relación había funcionado ta
na mientras servía el café en una taza blan
or la ventana hacia el horizonte de la ciudad. Catalina sonrió suavemente y le acercó la taza. Mientras él tomaba el primer
ó ella después de un rat
a profesional, pero con Catalina podía decirlo sin sentirse vulnerable. Ella comprendía los sacrificios que él hacía a diario
fesional siempre elevadas. Pero Catalina nunca se quejó. Sabía que su papel dentro de la relación no era ser la que brillara en el trabajo, sino la que se encargaba de que todo lo demás funcionara. Desde las cenas de negocios hasta las reuniones familiares, ella sabí
rde," dijo él, con voz cansada, rompiendo e
, pero ella sabía que el estrés lo estaba comenzando a consumir. La empresa, la competencia, la necesidad d
as era reconfortante. Catalina no necesitaba complicar las cosas. Sabía que lo único que Martín necesitaba en esos m
que existía entre ellos. El amor no siempre se manifestaba con grandes gestos o palabras. A veces, era tan solo un cruce de miradas, una sonrisa co
aquellas que no podía poner en palabras. Y Catalina, aunque había crecido en un entorno donde la independencia y la autonomía eran esenciales, había aprendido a apoyarlo sin perder su propi
ñana con Valentina. A pesar de sus esfuerzos por no pensar en ella, algo lo mantenía inquieto. A medida que se acercaba a casa, sentía una especie de desasosi
royecto que Martín había presentado en la mañana, y de una nueva línea de ropa que Catalina había encontrado en una tienda del centr
al ver que su esposo estaba distra
idad que no había querido mostrar, pero ahora, frente a Catalina, no podía ocultarlo
talina lo miró durante un largo momento, sin presionarlo, pero con una clara preocupación
onrisa suave. "Lo importante es que estamos junto
simple afirmación lo tranquilizaba, aunque en su i