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El cruel ultimátum del CEO, Mi ascenso

Capítulo 3 

Palabras:1185    |    Actualizado en: 07/11/2025

ina

bre un festín mortal. El alegre parloteo de la hora del almuerzo se apagó mientras la

a cuidadosamente preparadas c

mostrador, pinchando un trozo de pollo asado co

s amables y con 'Andrés' bordado en

local, señorit

ecipiente incrustado de joyas de

ias. Traj

ña porción de lo que parecían ser huevas

una mano con desdén hacia la comida destinada a cient

ara vaciar todo el recipiente de caviar en la gran

dente, colocando una mano firme sobre la bandeja, bloqueándola. S

oz de Jimena se v

os tener comida de fuera, especialmente alérgenos potenciales, mezclada con el servicio general. P

o de alimentos. Una regla que yo había ayudado a e

fuera un insecto que es

recipiente de caviar-. Este pequeño snack vale más que tod

a de comida -dijo Andrés, su tono inquebrantable. Era un p

ó, su rostro contorsionándos

ue me dejó sin aliento. Sacó su teléfono y marcó un número rápido

sta panorámica de la ciudad. Estaba en medio de la presentación. La presentación a In

ormada instantáneamente en la de una niña heri

e concentrada y seria, se suavizó

pasa? Estoy e

toico chef y la inquietud general en la cafetería-. Pero tu personal... se están uniendo en

levantado la voz

de Mateo se fr

en una sonrisa triunfante mientra

eneral quiere

ible. Pude oír la voz de Mateo, ya no cá

Mateo crepitó a través del pequeño altavoz-

la de Andr

violación del código de sanidad

ó, cargada de irritación-. ¡Me importa que Jimena esté content

ón pública. Los empleados estaban congelados, con las bandeja

ono a Jimena. Prácticam

e susurró

dos silenciosos y observadores, para finalmente detenerse en mí. La había

llozo falso atrapado en su garganta-. Es como si todos me odiaran. ¡Esa ch

o molesto; estaba furioso. Furioso porque esto estaba interrumpiendo su gran momento.

s frente a Mateo en la mesa de conferencias. Los inversionistas. Estaba avergonzando a su propio personal, en vivo

fé derramado o un recipiente de caviar. Se trataba de un defecto fundamental en su l

és del altavoz del teléfono-. Cada uno de ustedes se disculpará con la señorit

la cámara, sus ojos

unior. Empieza tú. Discú

Me estaba ordenando a mí, la cofundadora de su empresa, su prometida, que me humillara públicamente por esta mujer. La estaba eligiendo a ella, en

la empresa que se suponía que co

vanté mi mano roja y quemada, la piel ya empezando a ampollarse. El dolor er

hablé, fue peli

l-. ¿Estás seguro? ¿Estás absoluta, positivament

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