La traición suprema de mi esposo cirujano
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corazón que salvaría la vida de mi madre. Me canceló por una "emergencia mayo
otra mujer, mientras lo llamaban "h
a la madre de ella a nuestra casa, en el cuart
amente conocer a mi madre, la mujer que ayudó a pagar su carr
e tan adicto a los aplausos que dest
de mi corazón, me acerqué a él con los pa
con una voz fr
ítu
ista de So
., justo cuando estaban preparando a mi madre para la cirugía
a sala de espera. Esperaba que fuera él, Damián, con un
luminó con su nombre, pero
múltiple en el Periférico. Inevitable. El Dr
ilencio en mi cabeza. Un choque múltiple. Sonaba catastrófico, oficial. Era el tipo de emergencia que con
Era ine
vando al quirófano al final del pasillo. Su vida pendía de un hilo, y el hombre que le había prometido a
e decirme a mí misma. Ese es el trato que hice cuando me
traerme del nudo de hielo que se formaba en mi estómago. Fue entonces cu
, Ivonne de la Vega, se había convertido en el p
mano más vieja y arrugada. Su Rolex brillaba bajo una luz que claramente no era el resplandor áspero de
taba escrito en una f
de mi mamá. Algunos doctores simplemente tienen un corazón más
lo se hizo añi
to de
de la Vega, una mujer cuyos "sustos de salud" eran tan frecuentes y predecibles como el
lo estaba allí
dre se enfrentaba a una cirugía a corazón abierto de cinco horas con un cirujano sustituto que nunca hab
comprensiva que había construido con tanto cuidado se resquebrajó.
La gota que d
ega de Damián, un cirujano amable y competente llamado Dr. Emilio Franco. Lo había visto un par
o de planes. Necesito su ayuda. Quiero que trasladen
nciosa que iba más allá de la situación. Vio la
amadas -dijo
madre salió a salvo de la cirugía, con su procedimiento exitoso gracias al capaz Dr.
bía guardado en mi teléfono hacía meses,
da de divorcios más de
ueco de escalera vacío-. Soy S
en silencio p
ñana por la mañana -respondió, su voz
a finalizando se sintió como
uéspedes, donde mi madre se habría quedado para recuperarse. La había estado observando dormir, su pe
os de madera, el suspiro cansado mientras dejaba caer sus llaves en el cuenco de cerámic
de agotamiento cuidadosamente construida en su atractivo rostro. El
arme. -Su voz era un murmullo bajo y preocupado, el que
n mi madre, mi mano descansando suavemente s
plana-. El Dr. Paredes
no es yo. Lo siento mucho, cariño. Fue un caos
eyendo que su genio quirúrgico era tan vital, tan indispensable, que su arrogancia, su negligencia, eran precios que valía la pena paga
er su mano
Me encargaré personalmente d
a líneas afiladas en su rostro, resaltando
-d
, descon
quieres d
ondí, mi voz peligrosamente baja-. N
destello de irritación
ue estás molesta, pero estamos
evantándome y enfrentándolo por completo-. Razón por la cual la trasladan
confundido a fur
ico! ¡Soy el mejor de esta ciudad! ¿La estás
capó de mis labios fue amarga y s
do de tono-. ¡Estaba lidiando con un evento de
rillante y roto que era tan adicto a los aplausos de extraños que
i voz volviendo a esa calma helada-. Est
cerca, su mand
¿De mí sal
o la cabeza lentamen
en sus ojos antes de qu
ndo ridícu
e a otro lado, Damián. Simplemente no aquí. Ya no
a que era en parte furia, en parte orgullo herido
ar esto por tu cuenta? Entonces manéjalo. No vengas llor
ción. El sonido de sus pasos se desvaneció, s
err
suave luz de la lámpara. Una sola lágrima, caliente
er durante tanto tiempo qu