Abandonada pero invicta: Basta de mendigar un lugar
sus emociones. Mantuvo su expresión en blanco, decidido a no dejar que Clara percibiera nada. Forz
negando con vehemenci
ando demasiada fuerza al apartarse, tropezó hacia atrás. Ni siquiera se
u caída, pero Clara, presa del pánico y convencida de que él s
de Declan golpeó el pastel que estaba en el sue
entras miraba el pastel arruinado. El recuerdo lo
de arrepentimiento lo invadió. Se alejó de ella y, con
con los brazos abrazándose a sí misma mientras
o para hacerle sus pasteles de cumpleaños desde cero. Ahora, el
así a
es de lápices, su ropa favorita, las manualidades que ella había hecho y cada premio que había ganado. Atesoraba cada recuerdo con
ra más fina que pudo encontrar. Sobre la entrada de la villa, colgaba el
sas más pequeñas. Incluso un mechón de su cabello enr
, Clara se preguntaba si alg
raigó en su interior, abruma
r más, y con eso venía el aguijón de la decep
vocando escalofríos por todo el cuerpo de Clara. D
ientras se alejaba por el sendero, moviéndos
erca de Declan por más tiempo. Temía que, de q
ue salió del cementerio. Al llegar a la puerta, sus fuer
erada atravesó
bajo el agua. Aunque quisiera respon
ción y, por un instante, casi se desploma de rodillas. El pánico lo empujó hacia adelante. Co
n apenas dedicó una mirada al hombre
vil, mientras el viento aullaba a su alrededor. No parpadeó ni una vez
o. En su sueño, se encontró tambaleán
a de Declan la atravesaba.
grande para soportarlo. Miró impotente cómo Declan le d
undo se alejaba girando, y el rostro de Declan se volvía má
gritó, su voz ronca y desesperada, el sabor metálic
Tienes que despertar. ¡Cálmate, Clara!" El agarre de Alan se tensó en
elta, con el rostro pálido como un fantasma. Se había mordido
murar el nombre de Declan, dividida entre e
s más pequeñas, ligera y brillante como el sol.
ocupara tan poco
una y otra vez, rompiendo su espíritu con
médico y varias enfermeras entraron apresuradamente
se pondrá bien?" Observó cómo una enfermera le inyectaba un sedant