Ella lo construyó, luego lo destruyó.
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o, la mujer que lo convertiría en Jefe de Gobierno. Pero lo único que no planeé f
é, no se disculpó.
-dijo-. No es... c
escape necesario para poder s
lpar a su amante y usó la herida más profunda de mi vida -la muerte
ía sacrificado todo, y me advirti
a el escándalo. Lo mir
dije-. Lo vo
que me refería a que
ítu
ista de Ab
a discurso, cada apretón de manos, cada mentira. Lo único que no planeé f
so y frutal que podías comprar en cualquier Sanborns por doscientos pesos. El
omo un frío lento que se filtraba, comenzando en m
una década de sociedad calculada y, alguna vez, de amor. Hernán, sonriendo con s
a. Mis dedos recorrieron el
sorprendió incluso a mí, lo a
isparo en el silencio sepulcral de nuestra casa. Los fragmentos llovi
aguda y llena de pánico, crepitó a
fue eso? ¿Es
tin más grande de la campaña de Hernán, el que lanzaría su candidatura a l
l, há
. Mi mirada estaba fija en los restos de la foto. El rostro sonriente de Her
s dedos entumecidos y cayó al suelo con un ruido sordo. No sentía n
as de saludar a diestra y siniestra y vender una versión de sí mismo que yo había inventado. Llevaba la c
la, sus ojos fijos en el m
eocupación. Estaba teñida de fastidio, el tono que usaba c
uso desde el otro lado de la habitación, podía verlo. Una mancha tenue, casi
rritación creciendo-. ¿Vas a quedarte a
o que se deshilacha fácilmente. Conocía ese hilo. Lo había visto la sema
pensado que se
cho hacía un mes cuando señalé la presencia constante, casi de adoración, de la becaria
apenas estaba aprendiendo". Había elogiado su "perspectiva fresca" cuando ella
mis preocupaciones como el exceso de c
a con ellos, Abril.
ntes, le había creído. Me había tragado la mentira porque dese
s a menudo. Pequeñas quejas q
ndola. -Lo decía con un suspiro, pero había un destello de algo más en sus ojos. Un toque de orgullo.
mana. Le había dicho que la presencia
haga, que la despida porque me admira? -Su voz era fría, desp
as un límite, He
ado las manos c
ignen. -Una victoria pequeña y hueca a
porque se lo pidas. Simplemente se vuelve mejor para esconde
exigió, su voz aguda,
entumecimiento estaba retrocediendo
sonando distante, extraña-. Se l
nico en sus carismáticos ojos. Era un buen mentiroso, pero yo era quien le
ira en su voz era un escudo
y caminé hacia él, con
a, Hernán. Hu
a. Era una foto de ellos dos, en el asiento trasero de su camioneta. Hernán, con los ojos cerrados, y Kenia, con el rostro hundido en su
mente construida del político en ascenso se hizo añico
-