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Amor por contrato, corazón en deuda

Capítulo 3 Las Cadenas de Seda

Palabras:1401    |    Actualizado en: 29/10/2025

lujo, sino una celda móvil que la transportaba de vuelta a la cruda realidad, pero cargada con el peso de una promesa monstruosa. Robert Tho

que desalojar su actual residencia antes de las 48 horas. Un equipo de mudanzas se

ito financiero daban paso a los edificios más modestos de su vecindario. Cada bloque que pasab

-logró pregunt

ó Thorne sin levantar la vista-. Pero no podrá llevarlas a la

or Vance. Las palabra

ales, historia familiar de los Vance, gustos y aversiones del señor Vance, respuestas pr

dad del ápice de Vance fue tan brutal que le faltó el aire. Aquí estaba su vida, condensada en 40 metros cuadrados: los planos enrollados en un rincón, los libros de diseño ap

dente. Abrió su bolso con manos temblorosas y sacó la copia del contrato que Thorne le había entregado. Las c

ica durante la vigencia del contrato. Toda fotografía, interacción social y aparici

d designada por la Parte A y a no ausentarse de ella por más de

o percibido, constituirá una violación grave y supondrá la terminación

posición Emocional", que detallaba con precisión quirúrgica la prohibición de desarrollar "apego emocional, dependenci

ltó. -¡Olivia! ¡Abre, sé que estás ah

bría paralizado. Ahora, una fría y nueva determinación se abrió paso a

n la misma sonrisa desagradab

a, y la palabra

desvaneció. -¿Qué qui

niendo la voz sorprendentemente serena-. Ni a usted n

crédula. -¿Saldada? ¿Con qué

por la invisible pero omnipresente sombra de Alexander Vance-. Recibirá una notificaci

fusión y luego a una rabia impotente. -¿Abogado

erta lentamente en su cara, el golpe de la ma

ra valentía, lo sabía. Era el reflejo prestado de un poder que no

nte vestidas llegó a su puerta. Empacaron toda su vida en cajas de cartón reforzado con u

recogido en un moño severo-. El señor Thorne nos ha encargado que la llevemos d

alejaba de su edificio por última vez. No miraba hacia atrás. No podía permitirse el

cia del despacho de Vance, aquí había un intento de calidez: muebles de líneas limpias, pero en maderas cálidas, obras de arte abstractas en tonos tierra, alf

ñorita Green. Soy Eleanor, la ama de llaves. El señor Vance ha indicado que debe familiarizarse con la casa.

o. Incluso en su propia prisi

colección de ropa de diseñador, todas etiquetadas con su talla exacta. Nada de

ía un dosier grueso. La portada decía: "Manual de Conduct

unstancia debe contradecir

tamente necesario para mantener las apariencias. La

ia Vance ahora. Una historiadora del arte de famil

de naranja y púrpura los rascacielos del otro lado del parque. En algún lugar de esta misma ciudad, Alexander Vance seguía con su vid

dedor del cual giraba su existencia. Una existen

ujer que le devolvía la mirada tenía su rostro, pero la ropa, la postura, la vida... todo era ajeno. Oliv

lara, resonó en el silenci

usurró par

estaba a punt

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