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La Heredera Plantada: Su Venganza de Mil Millones de Dólares

La Heredera Plantada: Su Venganza de Mil Millones de Dólares

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:2357    |    Actualizado en: 28/10/2025

menes. Nuestra boda era una fusión disfrazada, un trato don

aria. Declaró que elegía "el amor sobre el dinero", pintándo

sde el edificio de mi oficina, transmitiendo en vivo a

n su exigencia final: el veinte por ciento de mi e

encanta", di

de consejo de emergencia convocada

Jimena. Acepta

chara. "De hecho, Andrés", dije, mientras agentes federales

ítu

ista de Ji

te, casi patológico, a los gérmenes, beber del vaso de su joven becaria,

temayor, mi prometido, normalmente se negaría a entrar sin un traje de protección biológica. Decía tener misofobia severa, una condición que lo hacía

eado de sus amigos burlones y medio borrachos. Y se estaba riend

andes e inocentes, y una cascada de cabello rubio que parecía atrapar las luces de neón baratas y convertirlas en un halo.

Extendió la mano, tomó el vaso medio vacío de lo que parecía un vodka co

dujo a ese único punto de contacto: sus labios en el borde del vaso de ella. Un vaso del que ella acabab

ielo en mi pecho. Esto no era un descuido. Era una declaración. Era una tr

sela bien con una chica bonita. Vieron lo que querían ver. No vieron al Director de Operaciones de Industrias Montemayor, un hombre cuya empresa familiar se t

in anunciar. Había volado a Monterrey para darle una sorpresa

edos rozaron los de ella. Se inclinó de nuevo, sus labios cerca de la oreja de ella, y lo que sea que

ici

supieran quién era, sino por el aura que proyectaba. En el mundo empresarial de Mont

so pálido, del color del papel viejo. "Jimena", tartamudeó, poniénd

abiertos con una confusión perfecta

o miré a Carla. Ella era un síntoma, no la enfermedad. Mis ojos estab

Sus amigos se movi

comenzó, la clásica y patétic

, que una vez tuviste un ataque de pánico porque un mesero te entregó

biera golpeado. "Era una bro

?", señalé hacia Carla. "Ella. O

como el granito, al de Carla, que ahora temblaba con lágrimas fabricadas. Era un hombre

suplicó, su voz un susurro.

s tarde", dij

resentimiento por mi poder, su deseo de tener los beneficios de mi fortuna sin la carga de mi control. Quería la fusión,

. Simplemente se que

la tom

lejé sin mirar atrás. Lo oí gritar mi nombre, un so

ensajes. Silencio de radio total. Sabía que estaba calculando, sopesando sus opciones. La dec

ue se suponía que yo debía creer que era remordimiento. "Jimena, lo siento mu

speranza es una co

la gente más poderosa del mundo de la tecnología y las finanzas de México. Era la fusión del a

ote comenzó a hablar. "Est

eniéndolo. Una ola de nervio

aban llenos de amor. Estaban llenos

or el micrófono, resonando en el esp

e comenzó a moverse desde la p

sé que podía casarme por dinero, por negocios. Pero mi corazón no me lo permite. Estoy

de la iglesia. Las grandes puertas

encillo vestido blanco, las lágrimas corrien

voz resonando con falsa rectitud.

or las bancas, ya no era un hombre débil traicionando a su prometida; era un héroe romántico, un h

que me invadió. Los susurros, las miradas, las miradas

damente fuera de la iglesia, era la noticia principal en todos los sitios de chismes. La leyenda, publicada desde la propia

ido contrastando con la opulenta y vacía catedral al fondo. "A vece

na. La empresaria fría y controla

e la boda intacta, el cuarteto de cuerdas en silencio. Mi teléfon

ían subido en anticipación a la fusión, habían

claro atravesó la ni

te juego? ¿Quieres

i

ada, no a mi publicista, sino a

desprovista de toda e

uchísimo. Vi las not

a con la cadena de suministro de Industrias Montemayor. Cada una de ellas. Luego, quiero que empieces a ve

atónito al otro

.. eso es una decl

s de la ciudad, mi reflejo una silueta

aba era una determinación helada y cristalina. Andrés Montemayor había intentado h

de convertirse en mi objeti

sapegada. Vi un comentario de un amigo en común, un multimillonario tecnológi

rzado la semana pasada: "¡Qué feliz por ust

a mi abusador. Estaban apla

do, una piedra impecable de 20 quilates de Cachemira. Andrés había hecho un gran espectáculo al entregármelo, arrodillándose en un cam

ía comprado. Yo lo había hecho. Los fondos fueron transferidos discretamente de una de mis c

de preocupación. "Jimena, los mercados están reaccionando. Industrias Montemayor ha baj

e, mi voz plana. "Quier

n pública...", comenzó,

os de su empresa por centavos en una subasta de bancarrota", declaré, volviéndome para mirarla. "No dejes que nuestro equipo

la narrativa!", protestó. "Te e

sentía extraña en mi rostro. "Bien", dije. "Déjalos. Un

nuevo. Era un mensa

ena? ¿No puedes simplemente

ento por un segundo. ¿Él me humilla a escala mun

la pantalla, mi resp

u felicidad. Se trata

bloqueé el de Carla. Lueg

do. Y no tenía intenció

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