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El Secreto del Subjefe: La Huida de una Novia de la Mafia

El Secreto del Subjefe: La Huida de una Novia de la Mafia

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1106    |    Actualizado en: 24/10/2025

ano Derecha, la cura para una violenta maldición que lo atormentaba. Me prom

nó nuestro acuerdo. Trajo a casa a otra muj

recuerdo, haciéndolo pedazos. Cuando la enfrenté, Damián me

Damián creyó sin dudar. Para forzar una confesión, hizo que ataran a mi madre en un c

mbién murió. Salvé a mi madre y huimos del país, b

en España, rogando por mi perdón. Lo rechacé, eligiend

se abalanzó sobre nosotros. Lo último que vi fue a Da

ítu

ra

a elegir: borrarme de su vida o él me borraría del mundo.

l perfume caro que le había regalado por su cumpleaños. Él era la Mano Derecha del cártel de los Ferrer, un hombre tallado en

aron donde yo esperaba junto a los ventanales que iban del piso al techo. Se quitó la chamarra, de

a algo más salvaje. Este era su ritual. Él tomaba la violencia de su mundo y la lavaba dentro d

n una furia violenta e incontrolable, su padre, el Don, había acudido a mí. Yo era la hija de un soldado leal que había muerto por ellos. Yo había amado a Dam

esperanza a la que me había aferrado durante mil noches solitarias: "

ón ya se estabilizaba mientras la mía seguía siendo un desastre entrecortado. Se levantó, camin

dijo, su voz plana.

e rompió. Simpl

ndo el líquido ámbar en su vaso. "Se llama

que está a punto de reemplazar. Sacó su cartera de los pantalones tirados, tomó una tarjeta

, una sonrisa cruel asomando en sus

. Se estaba burlando de mí. Burlándose de la devoción que

Ella es... pura. No como tú". Hizo un gesto vago hacia mí, hacia

aspecto frágil a la que ayudaba a subir a su coche, su toque gentil, protector. Una mujer a

de noche, vibró. Miré la pant

gro. Julián Torr

ada para siempre. Julián. El chico que había sido mi amigo antes de que

ficaron algo en mi

mente ligeras. Recogí mis pocas pertenencias -las que él me permitía tener aquí- y

una sonriente Sofía Rivas. Sus ojos,

onrisa vacilando. "Da

ura, atrayéndola posesivamente a

teñida de un desdén casual.

ba pasar junto a ellos, ella se movió, su hombro chocando con fuerza contra el mío. Tropecé, y el pequeño pájaro de madera tallad

l con un crujido nauseab

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