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Incriminada por el multimillonario que salvé

Incriminada por el multimillonario que salvé

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1861    |    Actualizado en: 14/10/2025

multimillonario Julián de la Torre. Lo hice para pagar una deu

y su prometida me t

mi contra y me dejaron sin nada. Estaba rota, t

e reveló un secreto devastador que lo cambió todo: él era mi verdade

ítu

ista de El

años, el asistente de Julián de la Torr

nto que descansaba sobre mi escritorio: un acuerdo de termin

de su trauma mientras mi propia vida seguía hecha un nudo apretado. Cinco años de noches en ve

ar una deuda. Una deuda

mente su asistente, un hombre con

sorprendentemente fir

ilencio al otro

ará... decepcionado. Especialmente

apó antes de que pudiera contener

ono cortante-. El contrato termina oficialmente a la

de que pudi

a de Julián, la mujer cuya partida lo había destrozado hacía cinco años, es

hora de que yo desapareciera de su vida, y probablemente debería ofrecer una

ios que hacía temblar los mercados, se había convertido en un fantasma después de que Con

estrés postraumático. Había construido mi reputación de la nada, saliendo del sistema del

vida. Estuve a punto de negarme. Los contratos de alto perfil com

me mostró

echada de otra casa de acogida. Un coche se había detenido y un chico, no mucho mayor que yo, había bajado. No dijo una palabra, solo me pus

ncajó con el fantasma de ese recuerdo. Julián de la Torre. Él era el chico que me

mi sa

acepté e

primera vez a su penthouse en Polanco, me miró con p

a mi madre para picote

o de cristal de la mano antes de que pudier

sus labios. Me sentaba con él durante la noche, hablándole para sacarlo del abismo de sus pesadillas hasta qu

l comenzaron a calmarse. Regresó a su empresa, más for

n frío y distante que conocía desapareció. Se paró en la puert

as -dijo e

luchaba por mantener. Su mano se quedaba en mi brazo más de la cuenta. Una m

cía una y otra vez-. Nuestra relación

ignoraba. Intenté transferir su caso a un colega, pero de alguna ma

a mi ética, pero no podía negar la atracción. Era encantador cuando

estalló la noticia: Cons

a para él. Era para ella. Quería ser un hombre digno de ella cuando finalmente regresa

nta para evitar que su terapeuta, su

o. Mis cinco años de devoción se sintieron

das las revistas de chismes. Era hora de que yo hiciera una salida elegante ant

n un mensaje de text

te del St. Regis. Julián y yo estam

o formándose en mi estómago. Me estaba trata

che. Necesitaba ese pago final. Así que me tra

estaba entreabierta. Podía oír sus voces. Empujé la puerta para encontrar a

s ojos se posaron en mí

Algunos no tene

, su expresión

ra que yo la oyera-. Básicamente una asistente glorificada. Les pagas para qu

lo me observaba, un respald

Empecé a descargar las maletas, mis movimientos r

itaria, me detuvo en seco-. Volamos a la hacienda para l

se sentía como una cadena alrededor de mi cuello. Vi el destell

taba completa y absolutamente harta

ocas horas. Solo tenía qu

entras ellos caminaban delante, de la mano, sin una sola mirada ha

, extra caliente y sin espuma

no solo -añadió Julián, c

garraba mi bolso. Me di la vuelta y caminé hacia la

cluso a través del cartón. Ll

ano en la mesa junto a Julián-. El

impaciencia, sus uñas de

na niña,

la de líquido abrasador salpicó no sobre

adeé, mis ojos se inundaron de lágrimas al instante

a Constanza, apartándola del derrame, sus manos revisánd

í, su rostro una

¿Eres tan incompetente? ¡Podr

llamas, y él me estaba gritando. Sabía que había visto lo que

sí me esta

a por las lágrimas que me negaba a dejar caer. Una sola gota se escapó

extraña sensación de paz me invadió. Era esto. Este era el c

finalmente, ben

emente tranquila mientras me en

este momento, doy por terminado

a autoridad en su

cabas d

oz fue más fuerte, más clara, r

nun

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