Humanamente tuya
ama; era la primera vez que despertaba con la garganta se
s hojas colgaban gotas de lluvia. Entre las sombras que proyectaban sus ramas avanzaban tres figuras claras sin hacer ruido. No era
o sopló en ese momento helando la nuca mientras escuchab
. Selena se llevó las manos al pecho, notando que su corazón seguía acelerado. Se puso de pie y
de Adrián. "No eres un error", se dijo a sí
e enfriaba entre los dedos de sus pies, la sensación pegajosa no le resultó agradable. Pero algo más impactante retu
as sombras se fueron disipando hasta que vio a un lobo blanco cruzar entre los árboles. El lob
pertenezco al bosque -mur
a comprendiera, y a su costado a
ó el encuentro -venía de e
el piso. Se incorporó con cuidado, recordando lo que acababa de experimentar en el sueño, tratando
bien? -preg
amanecí cansada -respondi
ué raro, ¿q
ecesito,
na sacó su libreta y escribió
elocidad en sus bicicletas. Atravesó a marcha rápida hasta la biblioteca, donde se instaló en una mesa cerca de la ventana con vista al jardín. Se puso los
e, apenas uno que indicaba que el cerebro
vio y saludó con la mano discretamente. Selena le devolvió el saludó de la misma maner
uando pasó cerca de ella, un
-respondió ella cerran
n en silencio, pero en tensión. Elías sirvió los dos vasos, sin preguntar la
e bien, te ves cansada
bosque y era de noche -admitió-. Vi lobos. Elías no hizo comentario en
ede anticipar
alguna parte? -preguntó agradeci
e es así, yo también suelo soñar
Selena lo siguió con la mirada, el haber estado
vo bastante ocupada. Tomó su mochila y salió aturdida mentalmente pensando en ir a descansar un rato. Anduvo
tener que saludarlo. No iba
supo que venía de él. La sorprendió cómo sus cuerpos se entendían y distinguían entre
que -aconsejó Adrián s
arlo porque le pareció
ué dijiste?
igas buscando respuestas, simplemen
e decirle que había soñado justo con el bosque. No qu
ra disfrutarlos, n
ndíbula y le dedicó
o sabes lo que
no te preocupes por mi bie
ras pasaba a su lado cerca sin rozarlo,
a -la
o si no lo hubi
es recuérdal
, no sé por qué lo dices -respondí d
cción de Adrián, no le importo, o al meno
a experiencia. Estaba en medio del silencioso bosque, esta vez pudo ver la luna detrás de las nubes, todo se veía más s
ceptó sin refutar. El juguetón movió sus patas como si quisiera correr y se quedó en el mismo sitio. En cam
ando cerca o dentro de ella, la confundi
-dijo
La tierra cedió a su peso. Un olor a lluvia y a
noció que estaba en casa. No observó nada diferente en lo exterior,
aniela dormía ajena a lo
me estén esperando: la noche,