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De Esposa Abandonada a Poderosa Heredera

De Esposa Abandonada a Poderosa Heredera

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1350    |    Actualizado en: 25/09/2025

sa embarazada y feliz del magnate tecnológico Alejandro Garza; al siguiente, la pantalla del celular de

el vientre de ella. Esto no era solo una aventura; era una dec

uso mis propios padres adoptivos conspiraron en mi contra. Metieron a Bárbara en nuestra

aza para la imagen de la familia. Me acusaron

Me encerraron en una habitación y programaron el procedi

y desesperada llamada a un número que había guardado en secreto durante años, un número que pertenecía a mi padre

ítu

ista de So

ma forma que el resto del mundo: con el flash cegador de un

é que crecía dentro de mí, nuestro secreto, nuestra alegría. Al siguiente, un reportero

comentario sobre el gr

nológico Alejandro Garza y su amor de la infa

ra frágil que sentí que podría romperse en mil pedazos. Podía sentir cientos de ojos s

n con Bárbara Montes, su mano descansando posesivamente en la parte baja de su espalda. Ella lo miraba con ojos

pareja amorosa compartiendo un

ue se suponí

tre que olfatea la c

el señor Garza han est

rtero, el celular, la expresión derrumbada en mi rostro. Su agarre sobre Bárbara

ieron. Las noches en vela en las que le ayudé a pensar en el código para su primera aplicación, la forma en que me abrazó cuando mis padres adoptivos criti

onvirtió

. Los murmullos en la sala se silenciaron, la multitud se abrió ante mí como el Mar Rojo. El único sonido era el clic constan

rbara. Mi mundo entero se había reducido

tira que de verdad pueda creerme -dije, mi voz

encanto carismát

ue parece. Vámonos a casa

. El chasquido de mi palma contra su mejilla resonó en el silencio

roja de mi mano floreciendo en su piel. N

do de falsa fragilidad mientras se interponía entre nosotros, colocando una mano e

ente sincronizadas, se clavaron en los míos

lágrima caliente se escapó, trazando un camino por mi mejill

canzarme, su voz un

, por

zos, pero me aparté de su c

logré decir con

jandro se tensó. Miró al publicista, al mar de rostros que observaban, a la expresión su

ra mí, sino para todos los que escuchaban-. Bárbara y yo

Él la rodeó con un brazo, sosteniéndola cerca. Un gesto protector. Un gesto que no me hab

surré, las palabras atascadas e

or que yo sabía que no era por mí, sino por él

zó a guiar a una llorosa Bárbara hacia la salida, su equ

staba dejando aquí, sola, p

ó sobre mí, un sudario sofocante. No solo había admitido una aventura. Había rec

garrándome a una mesa cargada de copas de cha

dalo, un divorcio complicado, un hijo ilegítimo... habría sido un desastre. ¿Pero un magnate tecn

caba a mí y a nuestro hijo por

uerta lateral, lejos de las miradas indiscretas y las cámaras parpadeantes, una

ecisión. Y no me h

elegido

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