Su Omega Repudiada, La Perdición del Rey Alfa
ble Alfa, Damián Ferrer. Él me llamaba su Ancla, la ú
a través de nuestro vínculo psíquico: el aroma de otra mujer, el des
decolorado en su coche. En el restaurante donde nos conocimos, descubrí su teléfono secreto y vi los mens
ny que él le había comprado. *"No puedo esperar a que me lo pongas
vínculo estaba tan contaminado por su aventura que mi propia alma lo estaba rechazando. Esa noche, Jami me envió un último
da de él", le dije. "Ni un centavo. Quiero ser libre". Esto no era una huida; era una retirada cuida
ítu
de E
el formidable Alfa de la Manada Blackstone. Él era mi mundo, y yo, su Ancla. Así me llamaba. Mi presencia, mi simple aroma, era lo único que podía calmar a la
o perfecto se
ío, barato y empalagosamente dulce como perfume de farmacia, se filtró por las grietas. Le siguió el destello de una imagen mental, una i
respiración. Co
Salinas, la asiste
legante y bien cortada... yo misma s
soltó un aullido de pura agonía dentro de mi cabeza. Reprimí el sonido, apr
una foto de mi madre, tomada años antes de conocer a mi padre, con su apellido de soltera -Montaño- escrito con elegante caligrafía en e
anada, sino hacia la Ciudad de México, a los fr
de nombre legal", le dije a la
de reconocimiento. Mi rostro, después de todo, aparecía
omb
rlo a Esperanza Montaño". Montaño era el apellido de so
d es la pareja del Alfa Ferrer. Eso requer
ntable. Era un signo de posesión definitiva. Damián siempre había dicho que estaba esperando el momento perfecto, una gran ceremonia pública. Alguna
que todos creían que era. Levantó una copa, sus ojos encontraron la cámara como si me estuviera mirando directamente
a más dulce para mis oídos, ahora eran solo
iversario -dos bandas de plata trenzada, cada una con una piedra de luna pulida y lum
ciano detrás del mostrador, colocando l
os son regalos de pareja.
"Derrítalas juntas hasta que no pueda distinguir una de
blancos favoritos. Se inclinó para besarme, y el olor me golpeó como un puñetazo: su propio aroma pod
ndíbula, estaba la marca tenu
mor", murmuró co
una piedra congelada en mi pecho.