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Más Allá de la Traición: Su Ascenso

Más Allá de la Traición: Su Ascenso

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:2234    |    Actualizado en: Hoy, a las 21:04

oso, Alejandro, me esperaba en las puertas del penal. Él era el cónyuge

o comienzo se acabó. De pie en el vestíbulo estaba K

Alondra -dijo, sin

fueron una "lección" para enseñarme a no cuestionarlo. Me había dejado pudri

la casa que yo mis

ra y mi vida solo para ponerme en mi lugar. La traición fue tan absoluta que rompió al

ersona que mi mente había creado para sobrevivir al trauma: "Ya no

espejo, el reflejo que me d

dijo una nueva voz

ítu

nología, y su devota esposa, Alondra Garza. Decían que el amor de ella era la b

n equi

de concreto. Mil noventa y cinco días en un lugar do

itaba cad

te con el deslucido uniforme de la prisión. Le tomaba la mano sobre

. Estoy haciendo todo lo que puedo. L

una vida que la esperaba, una vida que él estaba preservando fielmente.

aba a sus palabras como una

, la amante de Alejandro. La historia que la policía creyó fue que Alondra, en un ataque de celos, se

trado, arrastrado por el

Recordaba haber intentado jalar a Katerina hacia atrás, no empujarla. Pero la evidencia, un

cía el mensaje. "Descubri

o por el presunto asesinato, sino por hab

o en la sala de interrogatorios, su máscara de esposo

fueron una pesadilla viviente. Los guardias se hacían de la vista gorda. Las otras mujeres la veían como un blanco frágil y f

nueva reclusa, trasladada desde otro estado, vio la foto de Alondra e

to de Katerina-. No está muerta. La vi hace unos mese

Fue un proceso lento y agotador, pero la verd

e tambaleó. Salió por las puertas de la prisión, parpadeando bajo la luz del

primera probada sim

a exactamente igual, guapo e imponente. Abrió los brazos y ella cayó

urmuró en su cabel

do. Nuevos edificios arañaban el cielo de Monterrey. Los autos eran

a ir a casa. A su cam

r que los últimos tres años nunca su

él, apretando su man

en San Pedro, una casa que ella había ayudado a diseñar. Apagó el

necesitas sa

ago se c

en la parte baja de su espalda. En el moment

piso de mármol, como si fuera la due

iva. Est

e debilitaron. El suelo pulido pareció precipitarse

sonrisa burlona. El brillo triu

, ahogándose, retrocediendo-.

, una curva lenta y

r a su esposo, su mente grita

iró. Miró

ive aquí

ísico. El acantilado. El viento azota

había espetado Katerina-. Me ama a

a suplicado Alondra,

ándose al borde, con una mirada salvaje en lo

ro Katerina simplemente se había dejado caer hacia atrás, con una úl

ucediendo de nuevo. Alondra se abalanzó sobre Kat

¡Arruinas

andro se disparó, agarrándola, haciéndola girar.

. El hombre que le había tomado la mano y le había p

ndo contra él-. ¡Estuvo viva todo

udillos blancos. Miró por encima del hombro de

s bien

pecho, fingiendo sorpresa. -Es

ella. La fría y dura verdad se instaló en sus hueso

había

Todas esas promesas.

ueco. -Lo sabías. Me dejaste pudri

él, su voz bajando a un susurro bajo y escalofr

lla se deslizó por la pa

os como si estuviera discutiendo un negocio que salió mal-. Se supo

ra, el nombre del rumor

ba arreglado. Se suponía que cumplirías un año, tal vez me

ulento vestí

o hizo por nosotros, Alondra. Me ama. Pero sentía una responsabilidad

ido físico que la devoraba por dentro. Su esposo no solo la había engañado. Había sacrif

no mientras él construía una nueva

toda emoción. La miraba, arrugada en el suelo,

ó ella, las palabras ata

nuevo. Sus ojos eran fríos, muertos. -No, Alondra.

aterina. Se pararon juntos, mirándo

dijo Alondra, su voz un monótono sin vida. El dolo

de hombros. -Estarás bie

Katerina, con los brazos entre

. La casa que había amado, la vida que había atesorado, el hombre qu

que había salido de la prisión esa mañana ya estaba mu

los

a era un fantasma. Necesitaba ayuda para entender la

os buscando a tientas su teléfono. Buscó un número que le había dado una

a Sofía

n borrón. La segunda fu

e la Dra. Ramos-. TID. El trauma que sufriste fue tan extremo q

ó fijamente. -

ado pérdida de memoria? ¿Encontrar cosas que no recuerdas haber

escasas pertenencias de la prisión. Los susurros de otras reclusas sobre un

es? -preguntó Alondra,

mos-. Pero también hay alguien má

se miró en el espejo roto. No reconoció los ojos h

evo comienzo. Alejandro y Katerina ha

a la prisión si esta era

alma instalarse sobr

abló a la habitación vacía, a la ot

demasiado rota. Si estás ahí dentro... si eres fuerte... pu

ostura derrotada de sus hombros se enderezó. Su barbilla se levantó. L

e miró en el e

e la miraba n

oz, baja y firme. Su voz, pero no

mbre e

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