Más Allá de la Traición: Su Ascenso
oso, Alejandro, me esperaba en las puertas del penal. Él era el cónyuge
o comienzo se acabó. De pie en el vestíbulo estaba K
Alondra -dijo, sin
fueron una "lección" para enseñarme a no cuestionarlo. Me había dejado pudri
la casa que yo mis
ra y mi vida solo para ponerme en mi lugar. La traición fue tan absoluta que rompió al
ersona que mi mente había creado para sobrevivir al trauma: "Ya no
espejo, el reflejo que me d
dijo una nueva voz
ítu
nología, y su devota esposa, Alondra Garza. Decían que el amor de ella era la b
n equi
de concreto. Mil noventa y cinco días en un lugar do
itaba cad
te con el deslucido uniforme de la prisión. Le tomaba la mano sobre
. Estoy haciendo todo lo que puedo. L
una vida que la esperaba, una vida que él estaba preservando fielmente.
aba a sus palabras como una
, la amante de Alejandro. La historia que la policía creyó fue que Alondra, en un ataque de celos, se
trado, arrastrado por el
Recordaba haber intentado jalar a Katerina hacia atrás, no empujarla. Pero la evidencia, un
cía el mensaje. "Descubri
o por el presunto asesinato, sino por hab
o en la sala de interrogatorios, su máscara de esposo
fueron una pesadilla viviente. Los guardias se hacían de la vista gorda. Las otras mujeres la veían como un blanco frágil y f
nueva reclusa, trasladada desde otro estado, vio la foto de Alondra e
to de Katerina-. No está muerta. La vi hace unos mese
Fue un proceso lento y agotador, pero la verd
e tambaleó. Salió por las puertas de la prisión, parpadeando bajo la luz del
primera probada sim
a exactamente igual, guapo e imponente. Abrió los brazos y ella cayó
urmuró en su cabel
do. Nuevos edificios arañaban el cielo de Monterrey. Los autos eran
a ir a casa. A su cam
r que los últimos tres años nunca su
él, apretando su man
en San Pedro, una casa que ella había ayudado a diseñar. Apagó el
necesitas sa
ago se c
en la parte baja de su espalda. En el moment
piso de mármol, como si fuera la due
iva. Est
e debilitaron. El suelo pulido pareció precipitarse
sonrisa burlona. El brillo triu
, ahogándose, retrocediendo-.
, una curva lenta y
r a su esposo, su mente grita
iró. Miró
ive aquí
ísico. El acantilado. El viento azota
había espetado Katerina-. Me ama a
a suplicado Alondra,
ándose al borde, con una mirada salvaje en lo
ro Katerina simplemente se había dejado caer hacia atrás, con una úl
ucediendo de nuevo. Alondra se abalanzó sobre Kat
¡Arruinas
andro se disparó, agarrándola, haciéndola girar.
. El hombre que le había tomado la mano y le había p
ndo contra él-. ¡Estuvo viva todo
udillos blancos. Miró por encima del hombro de
s bien
pecho, fingiendo sorpresa. -Es
ella. La fría y dura verdad se instaló en sus hueso
había
Todas esas promesas.
ueco. -Lo sabías. Me dejaste pudri
él, su voz bajando a un susurro bajo y escalofr
lla se deslizó por la pa
os como si estuviera discutiendo un negocio que salió mal-. Se supo
ra, el nombre del rumor
ba arreglado. Se suponía que cumplirías un año, tal vez me
ulento vestí
o hizo por nosotros, Alondra. Me ama. Pero sentía una responsabilidad
ido físico que la devoraba por dentro. Su esposo no solo la había engañado. Había sacrif
no mientras él construía una nueva
toda emoción. La miraba, arrugada en el suelo,
ó ella, las palabras ata
nuevo. Sus ojos eran fríos, muertos. -No, Alondra.
aterina. Se pararon juntos, mirándo
dijo Alondra, su voz un monótono sin vida. El dolo
de hombros. -Estarás bie
Katerina, con los brazos entre
. La casa que había amado, la vida que había atesorado, el hombre qu
que había salido de la prisión esa mañana ya estaba mu
los
a era un fantasma. Necesitaba ayuda para entender la
os buscando a tientas su teléfono. Buscó un número que le había dado una
a Sofía
n borrón. La segunda fu
e la Dra. Ramos-. TID. El trauma que sufriste fue tan extremo q
ó fijamente. -
ado pérdida de memoria? ¿Encontrar cosas que no recuerdas haber
escasas pertenencias de la prisión. Los susurros de otras reclusas sobre un
es? -preguntó Alondra,
mos-. Pero también hay alguien má
se miró en el espejo roto. No reconoció los ojos h
evo comienzo. Alejandro y Katerina ha
a la prisión si esta era
alma instalarse sobr
abló a la habitación vacía, a la ot
demasiado rota. Si estás ahí dentro... si eres fuerte... pu
ostura derrotada de sus hombros se enderezó. Su barbilla se levantó. L
e miró en el e
e la miraba n
oz, baja y firme. Su voz, pero no
mbre e