El divorcio que la liberó
ha que tanto le gustaban, una cena espec
nto, se apartó de mi contacto con brusquedad. Se burló de la
diferencia de su joven pasante, B
de acuerdo. Me dijeron que los gustos de un hombr
con un filete para él. La sentaron en mi silla y su madr
cada plano, de ser manipulada y menospreciada, estaba siendo reemplazada. No
isis nerviosa como un "berrinch
paqué mis maletas y mi porta
or competidor: "Dejé a Santiago. Estoy busc
ítu
un olor familiar, reconfortante. Coloqué los callos de hacha sellados a la perf
flojaba la corbata de seda, y l
de regresar de la firma, el imperio constru
rtó de mi contacto com
toques"
igazo en la silen
rcido en una mueca de asco mientras miraba
Mis manos cayer
platillo favorito. ¿Desde
ó. Miró más allá de mí, como si yo fuera un mueble del que ya se hab
comparó
recordado. Ella
y empalagosamente dulce que lo seguía
lete más increíble. Un simple y clásico filet
íos y calculadores, como un j
e trataba de Brenda. No solo estaba teniendo una aventura emocional; estaba dejando que los g
venían a cenar. Era su platillo favorito, uno que yo había perfe
entado, limpiando sus lentes, fingiendo no escuchar. Luego miré a su m
é, una petición silencio
tó la vista, sus ojos con
bre evolucionan. Deberías aprender a mantenerte al
e se rompió. No era solo Santiago. Eran todos ellos. Me veían como una herramienta, un peldaño
como el acero, se formó en
us premios, mi nombre borrado de cada plano, de cada comunicado de prensa. Recordé la constante manipulación, las sutiles humillacione
Santiago", dije,
iempre. Una sonrisa de sufi
. Debe ser agotador trat
", añadió, agitando una mano c
e sobre mí, un retrato d
ntando otro de
el div
suspendidas en el aire
tineo de los cubiertos cesó. Incluso el rui
hizo añicos. Su rostro pasó de la increduli
plazada por un ceño severo. Jorge finalmente levan
atando de suavizar las cosas con una risa fal
cusador. "Siempre eres tan emocio
oblema. Aislarme. Culparme. Era su manual de juego fami
a voz plana. Estaba cansada de explicar,
bitación, mi espacio privado que se sentí
era un rugido, ya no suave y ca
ron en mi piel como garras. Me jaló hacia atrás, haciéndome girar par
ro a centímetros del mío. "¿Después de todo lo que te
nté, una risa amarga escapando de mis lab
ecida", susurró, las pal
estaba. En su lugar había un extraño, un fraude cuya máscara se estaba
e silenciosa. "No te quedas hasta tarde en la oficin
ron de par en par por una fracción de
cesita orientación!", fanfarroneó
patriarca afirmando su autoridad. "Ka
o adelante, su voz
Vamos a calmarnos todos. Una pequeña discu
rge, el martillo. Griselda
erribada y luego reconstruida lo suficiente para seguir produci
es así?", dije, mirando directamente a Santiago. "Estuv
forma en que su m
cruel extendiéndose por mi rostro, "a
señal, sonó el t