Su Promesa, Su Perdición
ndio en la cocina" de su propio departamento, el espacio había sido lentamente colonizado por sus cosas. Sus cojines con estampado
familia, que estaba de luto, que teníamos que ser pacientes. Lo ha
ro abierto y en carne viva en mi pecho. Quería romper alg
bela. Era una foto de su muñeca, adornada con un reloj nuevo con incrustaciones de diamantes.
a que le había señalado a Damián semanas atrás. Él
aba sobre la mesa. El puño de su traje oscuro, el
l mes pasado. Lo había olvidado hasta el último minuto y le p
bajo de la publicación de Isabela.
la. Luego la apagué, una única lágr
ché en la puerta. Se reían, tropezando e
ua -gritó Damián, su voz arrastrada mi
te me senté en la osc
abras Isabela, señalándome con
acia mi habitación, s
é a Isabela susurrar en v
i puerta, de e
murmullo suave y empalagos
beso. Un sonido húmedo y vulga
helada, e
res mucho mejor de lo q
que le dijera que estaba borrac
no lo
el crujido de la ro
is ojos se abrieron con incredulidad ante la escena en el sofá. Él
la mesa auxiliar. Se hizo
levantó la vista, sus ojos desorbita
lo que parece. S
i voz temblando
nar hacia mí, pero mis
bela hizo un so
reo que vo
al instante. Corrió a su lado,
te tengo. Va
ndome sola en medio de los escombros de mi vida. Lo vi irse, recor
a. Nuestro amor, nu
Mis movimientos eran tranquilos, deliberados.
era e
abitación. Tomé el teléfono y
tarde. ¿Es
plana-. Cancela mis pr
stás hablando? ¡Estás e
Me voy del país.
a, del hombre que me había prometido el mu