Su Amor Fatal, Su Amargo Final
bo. Mi mente era una pizarra en blanco, limpia por el dolor. Mis manos s
l edificio de ladrillo rojo parecía más pequeño de lo que recordaba. A
lentes demasiado grandes para mi cara. Una chica que viv
ra el mariscal de campo estrella, el presidente del consejo estudiantil, el chico
en mi pecho. Me memoricé su horario, su almuerzo favorito,
supernova, y yo solo una m
el recuerdo. Dolía demasiado recordar
lena Herrer
arrugado me sonreía desde la ventana de la pequeña lonchería junto a mi coch
garganta. No podía
mo un fantasma. Entra,
incón más alejado. Era la misma mesa en la que solía sentarm
. -No te había visto desde tu boda. Tú y ese muchacho, Álex. Final
rendida. -¿Us
-Hija, se te notaba a leguas. La forma en qu
ue se graduó. -Escuché que le fue muy b
odos esos encuentros "accidentales" que había planeado, los libros que empecé a leer porque
habló de nuestros días de p
sabor era como ceniza en mi bo
era ahora, sino por esa chica esperanzada y tonta. Ambas habí
que se asoma! -la voz de Doña El
sangre. Miré h
a, con el brazo firmemente
ira-. ¡Y esta debe ser tu encantado
hogar un sollozo. Doña Elvira, si
era Elena también está aqu
y desesperada. Dejé unos billetes en l
urar a Doña Elvira mientras la
udando a Karla a sentarse en la
al otro lado de la
jo Doña Elvira a Álex, obviamente habl
rucó contra el hombro de Á
fantasma afuera, viendo a mi esposo constru
Ni siquiera pod
uestro matrimonio, si quería visitar nuestra antigua
reguntado, con el ceño fruncido-
que le recordaran el lugar
ó hacia la ventana, sus ojos escaneando la calle. No podía
untó Karla, dándo
a-. Solo... por un segundo, pensé e
s de último año me estaban dando una paliz
o. Me golpeó por la espald
lguien gritar: '¡Oigan! ¡Déjenlo e
vi una figura, una chica con uniforme escolar, parada al final del callejó
s de adoración. -Luego desperté
ia. -Vi que te estaban rodeando. Tenía tanto
con la voz entrecortada-.
as sus ojos se desviaban hacia el callejón que él mencionó. F
amó a la policía desde un teléfono público y corrí de regreso, diciéndole que aguantara. Yo era la chic