Mi Cuñada, Mi Infierno
spectadora de un drama en el que
amila golpeó la superficie, un géiser
ostro una máscara de miedo primario. No dudó. No hizo preguntas.
entes brazadas, atrayendo su c
, Camila.
riendo con toallas, su
ca. Ella se aferró a él, temblando violent
señalando con un dedo tembloroso a Alejandr
ncontraron con los de Alejandra, no estaban llenos de confusió
pa -ordenó, su voz
confianza, que se sintió como un golpe físico. -No la toq
estoy cieg
hispa del hombre que amaba, un destello de f
Fue una confirmación de que, e
ima. Parecían una familia. Una pequeña familia perfecta y trágica.
or físico, un peso aplastante que
oche se quedó q
Mi medallón -susurró-. El que me dio tu hermano.
de volver a la alberca. -Tengo que enco
suavizándose con lástima. -No
razos. Pasó junto a Alejandra, su hombro chocando
borde de la alberca. Por un segundo horrible, se tambal
. Salió a la superficie, tosiendo, su
quiera miró
sonando sobre el agua, fría y final-.
dentro, dejando a Alejandra s
l se había lanzado a un río helado para salvar a un perro callejero. Había arriesgado su propia vida por un an
uerto. O tal vez nu
ldosado de la alberca. Sus dedos rozaron algo afilado. Un dolor agudo le recorrió el brazo. Retiró
imero por el frío, luego por el agotamiento. El dolor en su abdomen era
ó por el borde de la alberca y se desplomó sobre el concreto frío, temblando in
a había llevado adentro y la había cambiado con ropa seca. S
Se incorporó y caminó en
a su lado, con la cabeza en su hombro. Y en la m
Carlos había jurado que era una reliquia famili
abía dicho que pertenecía a su man
pio dedo. No, se estaba quitando un anillo de su dedo y deslizándolo en el de Camila. No era el anillo d
admirando el anillo. F
Alejandra? E
e una ternura que no le había mostrado a
ieron. Se apoyó en el marco
o -dijo, su voz
Carlos tuvo la decencia de parecer culp
illo, Alex -di
-susurró ella, las palabras desgar
virtiéndose en ira-. ¡Pero Camila perdió el s
a. Su corazón, que pensó que no podía rom
vo, un último y desesperado inte
ve pesar. -Alejandra, lo siento mucho. Sé que n
itarse el anillo del dedo, su
oz suave y perdonadora-. Yo tam
ano y deslizó el anillo fir
Camila con una calidez protectora-. No permiti
Camila, pero el mensa
ible, se dibujó en los labios de Cam
ateado cayó del bolsillo de su bata, aterrizan
l med