ina, normalmente un lugar de control absoluto, parecía en este momento un campo de batalla. Había tomado una decisión, pero la magnitud de lo que
incertidumbre y preocupación. Valeria había dado órdenes estrictas de que nadie más supiera nada sobre el giro que la empresa estaba a punto de tomar. Pero en ese momento
eria, sin levantar la vista
e le decía que la decisión que Valeria estaba por tomar no solo afectaría a la empresa, sino a ellos dos. Ella había planeado
, buscando la manera correcta de plantear sus dudas-
id. En su mirada no había titubeos, solo una determinación tan firme que inclus
o que construimos. Mi vida está aquí. Y si quiero devolverle el golp
tormenta, y todo lo que tocara podría quedar destruido, incluso ellos. Aún así, no podía negar lo que sentía
ote? Quiero decir, eres la cabeza de esta empresa. Tienes el control tota
brillando, como un reflejo de todo lo que podía conseguir si se arriesgaba lo suficiente. Había trabajado demasiado p
sible de la empresa. Yo opero desde el anonimato, pero mis decisiones deben ser claras y directas. Cada movimiento tiene que ser calculado,
se si esta elección de ocultarse no sería una carga aún mayor para ella. La venganza siempre exigía s
estás haciendo? -preguntó, más p
cia el ventanal. Miró la ciudad una vez más, como si al
algo que nunca se vincule conmigo. Mis órdenes serán claras, pero nadie sabrá que soy yo quien
un riesgo monumental, pero lo que más lo preocupa
, cruzándose de brazos. Aunque confiaba plenamente en Valer
En sus manos, llevaba una carpeta con docume
ó rápidamente, viendo los documentos legales y los detalles que Valeria había preparado con meticulosidad. Un seudónimo perfecto. Nadie sospecharía nunca de esta nueva persona.
a Valeria con más seriedad. Ahora que conocía los detalles, la
guntó David, con cierta duda en su
sar de estar enfrascada en su venganza, Eduardo había comenzado a cortejarla sin saber quién era realmente. Y aunque en un princ
diversión-. Lo usaré a él también. Si es lo que pienso, su involucramiento me puede ser
jugando un juego peligroso. Pero no podía negar que la admiraba. Sabía que e
última respuesta que necesitaba para comprender co
ho tiempo, relajó los hombros. El peso de la decisión que había
maré las decisiones, pero será tu rostro el que vean todos. Es el momento de hacer que Marcelo y el mundo e
ecidido a seguir