su papel como esposa de Santiago, pero las tensiones subyacentes seguían ahí, inquebrantables, como una sombra que no podía disiparse. Sin embargo, algo inesperado ocurr
a salido por una reunión con algunos inversores, pero la casa le resultaba tan vacía que decidió refugiarse entre las páginas de los libros, buscando un poco de consuelo en el silencio. La biblioteca era su lugar favorito en la ma
ista del libro que sostenía, sorprendida al ver que él había regresado tan temprano. Su encuentro inesperado no era frecu
ba la chaqueta y la dejaba sobre una silla cercana. Su tono era neutral, pero algo
forzar las conversaciones, a no hacer preguntas que pudieran
ras se acercaba a la mesa donde ella estaba sentada. El tono de s
que nunca había tenido la oportunidad de explorar realmente, resonó en su mente. Ella había escuchado hablar de las fundaciones, de l
. He oído hablar de algunas iniciativas, pero no
iernas con una elegancia innata. Su mirada parecía más profunda de lo habitual, como
en uno de esos proyectos. - Santiago explicó, sus ojos brillando con el entusiasmo por su próximo objetivo. - Pero me gustaría saber si compartes
la atención directamente, pero escuchar a Santiago hablar de ello con tanta pasión despertó algo en su interior. La forma en que mencionó el tema, el enfoq
creído que el futuro de cualquier sociedad depende de cómo se invierta en sus jóvenes. Pero estoy de acuerdo contigo: es nec
o si, por primera vez en días, se sintiera verdaderamente interesado en lo que ella tenía par
nal de la filantropía, pero lo que realmente marca la diferencia es la
una conversación vacía o un intercambio superficial. Parecía que, en esa conversación, algo se estaba desve
segundos. - Su objetivo es proporcionar acceso a la educación a niños en comunida
go en su expresión que no era solo el interés por la filantropía, sino también po
en ello juntos. - dijo, su voz ahora menos fría y más abierta de lo q
vez, podían encontrar una forma de colaborar en algo real. No solo por conveniencia, sino porque, en ese momento,
por primera vez no estaba teñida de cortesía. Esta vez, la sonrisa era
que Santiago usaba sus contactos para asegurarse de que todo estuviera en orden. A pesar de que seguían siendo personas reservadas, la relación comenzó a dar pequeñ
a comenzó a sentirse más cómoda con Santiago. Cada vez que discutían las posibles formas de mejorar la fundación, se daban cuenta de lo bien que podían trabajar ju
tiva, Santiago la miró con una sonrisa leve, casi como s
s, los intereses comunes pueden acerca
ó que había algo más entre ellos. No era amor, no era afecto, pero sí una especie de
ba agradarlo, sino que surgió genuinamente, como una respu
rabajo conjunto, los intereses comunes... todo eso los había acercado más de lo que esperaban. Sin embargo, ninguno de
os sentimientos seguían enterrados