Un Error Irrecuperable Para Nosotros
egreso a casa. Pero esa tarde, el único aroma que percibía era el del perfume caro y ajeno de Mateo García, el "mejor amigo" de mi esposa, que acababa de entrar en nu
n la espalda que se sintió más como una marca de posesión que como un sal
ante, pero sus ojos evitaron los míos. Se arrodilló frent
na voz apenas audible, susurró una sola p
am
sobre la sala. Lo rompió
mamá! ¡Mi mamá
alvaje. La empujó con tanta fuerza que la cabeza de la niña golpeó contra la e
niña, que yacía inmóvil en el suelo. Sofía se quedó paralizada por un segundo,
imas parecían genuinas, su desesperación, real. "Fue un error, un estúpido error de una no
er con la que había compartido diez
La enviaré lejos, a un internado, a donde sea. No volverás a verla, no vol
o eso creía yo. La miré a los ojos, vi su súplica
s de nuestra familia. Emilio, un niño que siempre había sido impulsivo, se volvió m
or el brazo. La niña cojeaba, con un moretón oscuro en la frente. En la otra m
sonrisa torcida que me heló la sangre. "Como en la
o gritó, no lloró. Solo temblaba, con los ojo
olor a gasolina me llenó las fosas nasales, un presagio de la pesadilla que estaba a punto de desata
on el corazón hecho pedazos, compré los osos de peluche más suaves y los cuentos más bonitos y fui al hospi
abierta. Me detuve al escuchar voces. L
na y el encendedor? ¿Tú lo convenciste de quemar a esta moco
un sonido húmedo y obsceno en
osa, fría como el acero. "Y ahora mismo, le voy a qu
a. Sofía y Mateo estaban abrazados, besándose apasionadamente junto a la cama de la niñ
el suyo, y que la que podría morir es en realidad su hij
respondió Sofía, su voz un veneno dulce. "Así que tengo qu
mentira. Una actuación hipócrita. Los errores que no debían exis