Su Traición Me Lástima
ero cien, el d
n de un hombre paciente, quizás demasiado. Noventa y nueve veces había estado aquí, o en lugares parecidos, con un anillo en el bolsil
mple, casi como u
de arrogancia y encanto que la definía. "Demuéstrame que tu perseverancia es más grand
a, la magnate inmobiliaria que movía los hilos de la ci
dales por los ventanales, iluminando el polvo en el aire y la esperanza en su ro
las comisuras. Sacó su teléfono, pero no había mensajes nuevos. Solo
, su mundo
ca electrónica, con miles de personas a su alrededor. Las luces estroboscópicas iluminaban su rostro extasia
uno casual, era un beso apasionado, devorador, uno que no dejaba lugar a dudas. La imagen se congeló por un
directo: "Sofía, la reina de los bienes ra
te, se vo
icardo. Sacó una foto a escondidas, un hombre solo, con un traje impecable, esperando. La subió
s puntos. "El hombre que espera por centésima vez" se convirtió en tendencia. Todos especulaban sobre la ident
comentado por millones. Su dolor se convirtió en el entretenimiento de la tarde. La gente
de que le proponga matrimonio
s un mártir
ba con él, se
ró a su alrededor. Algunas personas lo observaban, susurraban. Sintió el peso de mil miradas sobre sus homb
to, el teléfono de Ricardo sonó. Era Sofía. Su voz, por primera ve
vi. Todo. No
. El silencio e
a, con la voz quebrada. "Fui una tonta, me d
enc
. Te prometo que estaré ahí. Puntual. Vestida de no
las noventa y nueve anteriores. Sintió una extraña calma apoderars
desprovista de toda emoción. "La ciento una.
a blanco, perfectamente maquillada, con un pequeño ramo de flores en las manos. Los paparazzi la acosaban
pe
comenzó a flaquear. Sacó su teléfono, nerviosa. J
e Ric
ma primera propuesta de matr
o para ella fueron un golpe devastador. Las cámaras capturaron su rostro páli
ya estaba en un taxi camino al aeropuerto. Había vendido su coc
a mujer elegante y segura de sí misma llamada Elena, y con una niña de cuatro
. El arrepentimiento la había consumido durante esos cinco años. Lo esperó
u voz un susurro.
s de su pasado. Pero entonces, su hija tiró de su m
firme pero no cruel. "Yo ya no
a Sofía sola en la acera, un eco de la mujer que una vez lo tuvo todo y lo dio por sentado,