Lujuria Encubierta - Parte I
ía tomado un giro inesperado. -La privacidad es una de mis especialidades. Podemos usar setos
e refiero a la intimidad. A la sensación de que este
de Trina diera un vuelco. Él no estaba hablando de jardines. Estaba hablando de algo más
alma -dijo Trina, la frase saliendo de s
gmática que la desarmaba. -Y la suya, T
rubor ascender por su cuello. Se aclaró la garganta. -Volviendo al diseño
es, Trina. Hábleme de
asi una orden. Trina lo miró,
r qué está aquí. Y no e
ía? -¿Estoy aquí por un proyecto profesional, Alejandr
.. encantadora. ¿Cree que no he visto el brillo en sus ojos desde que
humillación arder en su pecho. -No sé a qué se re
distancia entre ellos con unos pocos pasos. Su
propuesta. Una que va más allá d
co, enviando una descarga por todo su cuerpo. Trina se quedó inmóvil
voz ahora más grave, casi una caricia. -Y quiero que se
, incapaz de apartar la vista de los suyos. La propuesta era descarada, indecente, y sin em
murmuró Trina, su
á sobre la mesa. Y el proyecto, por supuesto, es suyo.
pero su mirada seguía fija en ell
te el tiempo que dure este proyecto. Si
de excitación y miedo. Este hombre no era como nadie que hubiera conocido. Era un depredad
Trina, intentando sonar firme,
ojos. -Inaceptable, pero tentador, ¿verdad? Lo ve
-Piénselo. La oferta está sobre la mesa. Y el proyecto, por supues
roto por el latido furioso de su propio corazón. Acababa de recibir la propuesta más indecente y fascinante de su vida. Y sabía, con una certeza
tación. La audacia de su propuesta era insultante, pero la forma en que sus ojos la habían mirado, la intensidad que prome
felina hacia una mesa auxiliar donde una cafetera de diseño y
su estupor. -Café, por favor -respo
de desestabilizar. Había pasado de una propuesta de negocios a una proposición indecent
dos rozaron los suyos de nuevo, y la electricidad volvió a recorrerla. Era c
udando a concentrarse. -Alejandro, con todo r
la con esa mirada penetrante. -Me gusta lo poco convenci