Adiós, Ricardo: Mi Nuevo Final
tido de lino blanco ahora arrugado, un símbolo de mis esperanzas frustradas. El teléfono de l
sonar. Y
r y lo dejé sobre la mesa, el ton
stada, pero en su lugar, había una extraña calma, la calma que viene
era clase, el que seguramente planeaba usar para el viaje de vuelta, ya no existía. La im
corriendo h
nceló tu boleto! ¡Me dejó
sonar como si el ataque fuera
ustración creciendo con cada intento fallido. Él no entendería. En su mundo egocéntric
ca, las fotos, los comentarios.
aptop, que había dejado abierta. Era un correo e
FÍA, CONTESTA
ngustiada, Isabella no para de llorar. ¿Qué pretendes con esto? Llevo una hora tratando de comu
". En
yo pudiera explicarle, de que él pudiera, quizás, entender. Elena era demasiado astuta para eso. Se pegaría a él como u
celosa de nuestra conexi
día oír
de Ricardo, mostrando dos boletos de avión recién impresos. El texto decía: "Nada nos detiene
o de un taxi. Estaban de ca
ptop con un
rasa que se negaba a morir, se extinguió. No venía a b
rí nuestra conversación. El último mensaje era el suyo de
puesta. Corta,
e acabó, Ricardo. Que tenga
uevo. Luego apa
aña. La diseñadora Sofía Reyes, la prometida perfecta, la que siempre sonreía
pilé en una silla. Luego saqué un par de jeans viejos, una camiseta negra
ueva piel se se
la rec
a suite presidencial. Necesito un tax
junto a la nota de Ricardo. Tomé mi bolso, deja
sabía que no me quedaría allí a esperar que R
do. Era hora de retirar