Corazón Roto, Alma Marcada
haba a lo lejos el estruendo y los gritos de pánico cuando la maldición se desató. Cada
lantas se marchitaron y el hambre empezó a apretar. Quetzal, ahora una figura temible con l
ja menor, la que no fue elegida,
, mi nahualli, siempre había sido lento. Me decían que no tenía el talento de mi hermano, que mi cor
el Tlamatini, que era como un abuelo para mí. Él me defen
oción a la familia, mi preocupación por la aprobación de Quetza
te te quita
s podía reunir ahora corría por mis venas. Cada movimiento, cada golpe, era más fuerte, más
en los rituales vacíos que Quetzal había profanado, sino en el espíritu inquebrantable de mi pueblo, en la sabiduría de la tierra misma. Am
lo vi entrar en el Templo del Sol, donde los Guerreros Águila y
ntarlo, sino para ll
lo, rodeado de códices antiguos, con
-dije, si
a. ¿Dónde has est
acer algo terrible. Va a at
jos viejos y sabios busca
o lo
Piedra de
ya lo he
a y muerte. El Anciano Sabio miró la obsidiana, su rostro pasando del asombro al horro
s contigo, niña... y con nosotros.
está corrompido. Ya no es mi her
sintió, su expresi
.. Sería un desastre. La gente todavía lo ve como el ele
s. Lo observamos. Dejam
, una chispa de so
tl. Hay una dureza e
e en mí. Detenga a cualquiera que intente intervenir. No podemos enfrentar
momento. Vio en mis ojos no solo el dol
ente,
erreros. Les diré que es una prueba de los dioses, que
incipio -dije, mi voz firme-. Proteger a mi