El Monstruo en Casa
a cláusula contractual. Mientras él estaba sobre mí, yo miraba el techo, contando los segundos, recordándome a mí misma que ca
, un silencio pesado y ominoso. Sabía que no estaba sola, Leo estaba en alguna parte. Bajé a la coc
" , dije, mantenie
sonido de desprecio y volvió su atención a la pantalla. Ignoré su grosería y me serví una
. Fue tan intensa que me hizo jadear y soltar la taza, que cayó sobre la mesa derramando el café calie
xtraña chispa en sus ojos. No era preocupación, e
su tono era burlón. "¿El d
frío me recorrió la frente. "No..
na sonrisa cruel se dibujó en su rostro
s algo para calmarte" , dijo, s
s y sacó un frasco. Leí la etiqueta: eran unos potentes analgési
unté, el miedo empeza
a aterradora. Vació varias pastil
té, tratando de levantarme,
me metió las pastillas dentro. Luego, tomó un vaso de agua y me lo echó en la cara, ob
mejor, ¿verdad?" ,
rie de calambres violentos. Sentí que algo se rompía dentro de mí. Una oleada de calor se extendió por mis pie
do se volviera negro fue el rostro sonriente de Leo
a antiséptico llenó mis fosas nasales. Era un hospita
n una voz suave. "Tuvo suerte. Perdió much
tazo. ¿Estaba embarazada? La comprensión me inundó, seguida de u
es, especialmente en su estado. ¿Por qué lo hizo
mis mejillas. No fui yo. Fue él. Leo me ha