deseo. Había intentado obedecer su orden de no tocarme sin permiso, pero mis
zaba mi mano bajo la falda durante la ta
is dedos encontraran la humedad que ya se acumulab
, mordiéndome el l
ía exactamente dónde tocar para que el placer aumentara rápidament
ntenso que tuve que taparme la boca con la otra mano. Lo sacaba y metía m
ió. Cuando las oleadas de placer cesaron, me quedé quieta int
bragas empapadas y las escondí bajo el colchón. Me puse unas limpias y
Samuel a los ojos. Sentía su mirada sobre
-me preguntó mi madre-. Ap
olo un poco ca
ó Samuel con voz tranquila-. A vec
quier interacción con mi tío. Me sentía observada, como si él
o estaba bien, lo sabía. Miré bajo el colchón y sentí q
o encogido. Samuel estaba sentado a la mesa, leyendo e
ma -me dijo sin
respondí, sinti
. No dijo nada, pero deslizó un papel doblado sobr
s. No hablarás con nadie. Si lo haces, las con
vista, at
, con voz suave pero firme-. Algo que demuestra que n
lo y las sostuvo frente a mí
-continuó-. A placer q
-comencé, pero
Ni una palabra por dos día
. ¿Cómo podía castigarme de ese
Puede
de la garganta, gracias a la explicación que Samuel les había dado. En la escuela, fingí dolor d
s comidas, cuando estudiaba en la sala, cuando me movía por la casa. Su
Obedeceré, lo prometo, seré una chica buena». Pero las palabras se quedab
, pero ahora estaba mezclado con miedo y, lo más perturb
ompras, Samuel me llamó a su habitación. Entré con
a puerta
na silla junto a la ventana. Sobre
a terminado.
é, con la voz ro
endido la
le respondí
uál
ocarme sin
Luego se levantó y
tender completamente lo que si
duro de la bolsa. Mi corazó
ordenó-. Solo la f
edé semidesnuda de la cintura para abajo, in
n punto en el suelo frente a él-
e él. En realidad, exponiéndolo por pr
tregó el
n esto -me dijo, y
cé, pero su mir
mira al suelo. Y tienes que repetir: «
é entre mis piernas. Estaba
rmites -murmuré, comenzando a fr
rte. Qui
epetí, más alto, mientras introducía lent
ísico era abrumador. Cerré los ojos, incapaz de
ndo mientras movía la punta del plátano dentro y fuer
. Y no te atrevas a co
ía, cómo me llenaba y me dolía un poco también. El p
es. -Mi voz temblaba ahora, mezclada
me ordenó
, con el plátano
ír
a, rompiendo su
, tus deseos... todo me pertenece. Yo d
eñor -
vístete. Se
n vacío extraño. Me sentía humillada, usa
uerda esto, Alma -me dijo mientras me vestía-. Recuerda que puedo hac
r. Cuando estuve vestida
-me
ve sin
o de ti. Has ap
idez inexplicable en el pecho. Y eso