Adiós, Amor Falso: Bienvenida al Imperio Vargas
os en los que la promesa de Javier e
del centro cultural, nos c
respiraba. Y hoy, finalmente, lo había conseguido. El contrato que l
de celebración, el inicio de los plane
n de ansiedad. Llevaba el vestido que a él le gustaba, el pelo recogid
. Era Javier. Su cara estab
o, sin siquiera mirarme. "¡Lo tenemos! ¡Todo es
a joven de ojos grandes y sonrisa fácil qu
su euforia se desvaneció y fue re
esito alg
sonó más frágil d
tu abuela. La d
a el último recuerdo de mi abuela, la bailaora que me había enseñado a amar e
egunté, aunque ya sabía la
no tiene nada bonito que ponerse. Pobrecita, nunca ha
displicencia en su voz, la forma en que minimi
o sale de esta casa. Y men
ro se e
solo un peine. Puedo comprarte
z temblando de rabia y dolor.
", espetó, dándose la vuelta. "Me voy
ándome sola en un silen
é. Solo actué. Marqué un número que sabía de memori
dos v
ado era profunda, tranquila,
ería más legendaria de Andalucía, un hombre de poder y tradición. Y durante años, cada vez que me veí
mi voz
sentir su preocupación
ha p
ón se formó en mi me
claridad que me sorprendió
, fue un silencio cargado d
pie, Isabela. Sabes qu
más en serio en
er. Había olvidado su cartera. Me miró con el teléfono en l
reguntó con indiferenci
respondí, mirando su
ó, sin e
iento, ¿vale? Es que Sofía... es t
". Y debajo, una foto. Era ella, sonriendo, con un filtro de corazones. Y en e
palabra "musa" m
u teléfono, sin darse cuent
nte. Es mi gran noche", dijo, y se a
apa
a promesa? Dijiste que cuand
iró, ir
o estropees mi moment
. Me miré en el espejo. Vi a una mujer de veintiocho años, una bailaora respetada, reducida a una cos
ía, mi mejor amiga. No eran palabras. Er
a
úsica estaba alta, la gente aplaudía. Y en el
emoción, "no solo a mi equipo, sino a una persona que ha
loraba de emoción, llevándose las
odía oír lo que decía, pero vi cómo sacaba a
pei
o matrimonio. Con la
de mi garganta. El dolor era tan agudo, tan físico, que me do