Mi Segunda Oportunidad
oduc
del hotel, y mi esposa, Isabella, se acercó c
iliares: las mismas que, en mi vida ante
sado de golpear a mi propio hijo y arrojarlo por el balcón, un cr
infarto al enterarse, y mi madre me repudió en el ju
i vida, orquestara una traición tan vil que me costaría todo, i
ría en la trampa. La venganza no se sirve fría; se cocina