La Hacienda de los Secretos Muertos
pita fue un espe
ando condolencias vacías mientras me mira
aúd blanco, incapaz de llorar. Mis l
estaba
o de la capilla, c
en sus brazos, su cuerpo t
e siento tan culpable. Si no te hubiera regalado es
con fuerza, acar
culpa. Fue una prueba de Dios, y t
an a un hombre devoto consolando a su p
eía la
orir a su hija y a la manipulador
e mí. La esposa fría,
uzga
o no era nada comparado con el
leo familiar, Mateo se acercó a m
ra una acusación. "Deberías mostrar algo
ármol con el nombre
ta compasión está aquí dentr
el ceño,
mas, Isabela. Ya es bast
lado de Camila, ofreciéndole
, una pareja perfecta
sola con mi
rde, llamé a
nte", le dije, mi voz firme. "Y empieza a li
a vuelt