Todo Para Isabela
la voz temblando de rabia y
zo, pero él me apa
fía. Me estás
. Nadie me creía. Mi padre había enven
ces r
a la bodega, mi madre se había arrancado alg
n, enséñale es
el escudo de la familia. No era una joya cualquiera. Era una reliquia. Una tra
elante de la
e, mi voz ahora firme y frí
stro perdió algo de color. Conocía la tr
s ojos, una duda alimenta
a boca. "Ella es la hija de Elena, ¿verdad? La mu
de Mateo
as estu
placable. "Haré un trato contigo, tío. Si vienes conmigo ahora, te juro que le cederé mi plaza en la Real E
l Escuela era mi sueño, mi vida entera. Renunc
valía más que
, escuchó mi sacrificio. La balanza en
para que nos acompañe. Pero te juro, Sofía, que si esto es una