Suya por venganza
2 - El
ire, pero no llegaban a instalarse en su mente. Sus apuntes estaban en blanco, su bolígrafo giraba entre los dedos con movimientos inc
onfesión de su padre como un eco punzante. Y, sobre todo, volvía a ese coche negro. A esa cer
animal invisible. ¿La estaban vigilando? ¿Iba a
la vista hacia la ventana. El cielo estaba gris, con nubes bajas
ería parecer tranquila, aunque por dentro sentía que algo se rompía. Caminó despacio por el pasillo, saliendo
revisó los mensa
la iz
a
der
mp
g
na s
convencerse de que todo estaba bien. Que podía ir a casa. Que
es lo
inch
urtivo.
izquierdo
a decir, llevándose
o se extendió
go, e
l clima. No e
ás pr
ralizó los dedos, que le nubló la vista. Su
o se deslizara bajo sus pies. Las
os rodearla con fuerza. Una voz
o luches. No servirá d
a querido. Todo se desvanecía.
oscuridad
n un abismo
evó. Sin dejar rastros.S
n las entrañas de Manhatta
.
parpadeó. Su cuerpo estaba pesado, entumecido. El colchón bajo ella era suave, dema
los
o era una habitación amplia, con cortinas gruesas, muebles elega
azón s
n suave, que apenas le cubría los muslos. No había sig
golpe y su mir
l
ba pregunta
, de complexión sólida, vestido con camisa negra ajustada, mangas remangadas, tatuajes asomando por los antebrazos. Atract
lo supo de
re era e
taba en e
papá -dijo con voz baja, rasposa,
iseta hacia abajo, intentando cubrirse lo más posible. La tela
continuó él, acercándose unos pasos. Sus
za, aunque la respuesta estaba c
mirarla, y le acarició la mejilla con lo
tem
acer contigo -susurró-, es
su garganta convertido en nudo. Aú
adre. Haré lo que me pidas, solo... -trató d
onrió
borrar esa idea. O te q
los ojos inundados por
con un hilo de rabia que
na ceja,
icen La Bestia
más cruel que cualquier amenaza. Lo miró con
ya. Si ya por estar aquí c
nsta
lat
si sus palabras hubieran tocado un rincón o
a un susurro venenoso-. Y no te equivoques: n
o su miedo como veneno. El i
ello tení
.
ajes sin leer se acumulaban como una sombra en la mente de Erika. La inquietud se volvió do
o de la tormenta, una sospecha
susurró, con los o
disparada, sin pensar en nada más. Conducía a toda velocidad por las
ia mientras cruzaba el jardín y subía las escaleras de mármol. Empujó la
Ma
asa, Leah se irguió
cía es
, atónita-. ¿Qué est
con ambas manos, desesperada,
¡Estoy aqu
una copa en la mano, se leva
liares que resolver
, abrió, empujó a Leah de vuelta hacia
esperaba, con la cara
¿Dónde la ti
abes
u padre . No tiene culpa. ¡Por favor, hermano! -La voz se le quebró-. Si m
El hielo en sus ojos no
me estás pidien
co. Ella es muy importante para
ncio se insta
ntió con un leve mo
pero tampoco la voy a solt
rla. Neces
Leah escuchaba todo, con el
desesperación-. ¡E
ado, pero giró la ll
dentro , lanzándo
ió entre sus brazos, temblando
nmediato. Solo la miró
ue eres hermana
la mirada,
por ahí diciendo que soy su hermana. Es peligroso para todos. Pero
r favor. Sáa
algo, Leah. Vas a estar bien. Yo vendré
de la puerta. Miró la escena con aire divertido y s
ka, con una sonrisa torcida-. Tu ami
lminó con
-escupió, y lo escupió de
limpió con el dorso de la ma
interpuso
tus manos lejos! ¡Vete con cualqu
carcajada s
n vida. Pero lo que pase entre n
uevo. Ella retrocedió hasta chocar co
susurró
... te quiero
ka con lágrimas en los ojos
ndíbula tensa. Una ve
y a prometer. Y si sigues
jó la mirada. Su coraz
insisto. Pero..
pondió. So
eah, le acarició el cabello, y sa
con un clic que son
uedó sola c