Suya por venganza
1 - La
grave de su padre llenó
su mochila sobre el sofá, se quitó la bufanda del cuello con las manos aún f
preguntó, con su vo
o, protector hasta el extremo. Nunca le había hablado con ese to
Leah... algo que p
n verdaderamente peligroso.
el miedo se le en
dices eso? ¿A
. Dudó un segundo, pero
a mano derecha
ó congelarse e
palid
po? ¿La Bestia que co
e opción. Era él ... o yo. Tuvimos una redada esta madrugada. Llevábamos meses
da oscura, una sombra que los noticieros apenas nombraban. Un m
rmeza-.-Tienes que tener cuidado, Leah. No vayas sola a ningún sitio
un nudo en
me dices
iero que estés alerta. Esto..
ncias? ¿Có
la ventana. Observó la calle, como
, metódico... sádico. Levis no era solo su
ó haci
ías ser
liva. Le dolí
endo que... ese Max..
-. Pero haría cualqui
ecorrerle la espalda. Y en
a mar
os oscuros de aquel hombre al que jamás había visto, pero del que
Manhattan, con la capucha sobre la cabeza y el corazón en el cuello.
che n
a. Cristales tintad
ojo, ahí estaba. Persiguiéndola sin moverse. Como un tiburón acechando bajo el agua.Al lleg
de la universidad y ma
la cafetería? N
saciones superficiales. Pero Leah apenas oía nada. Estaba sentada en una mesa del fondo, envuelta
pido, sin aliento, y se
bien? Me has asus
ojos verdes brillaban con un
no esto
ejó su bolso en la silla
ado algo
segurándose de que nadie las escu
dijo algo... algo qu
tragó
é te
ó Leah, apenas audible-. A un
s pupilas se dilataron. El nom
odo lo que pu
ntió len
derecha de
que el corazón se le d
eguntó, su voz más
tuvo opción... pero que ahora teme que algo malo pueda p
tentó mantenerse serena. No podía de
.. está
a clase, vi un coche negro siguiéndome. No sé si fue mi imaginación, o s
manos contra la mesa, para que
nada. A veces el miedo
tí, Erika. Como si alguien
una angustia silenciosa. Quería decirle la verdad. Querí
vas a
único real que tengo. No puedo hablar de esto con nad
presión en el pecho q
o, Leah. Pase
ro acababa de confiar su miedo a la persona menos i
enía que hablar con Max. Antes
.
nte sus facciones: mandíbula afilada, mirada de acero. El humo se mezcló con la humeda
ena al infierno que se cernía sobre ella. Su voz no podía
edo lo e
la vista del cristal-. La quiero
la cabeza, sorpre
ta n
Sin gritos, sin sangre, sin t
la tensión se le mar
quieres
bocanada de hum
aslado. Yo me encarg
undo. Luego habló
e la lastime. Solo para que no grite n
reojo, evaluand
daño. Ni un puto
vantó la
erá como si se hubiera dormid
tud inquietante. Su mirada volvía, una y otra vez, a Leah.
más para sí mismo que para Marco-. Me mir
tragó
eve cielo y tierra
ia sonrisa oscura q
nto más se acerque..
uerza, empapando la ciudad como si intent
raría lo que
.. ya e