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Suya por venganza

Suya por venganza

Autor: Atena S
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Capítulo 1 La confesión

Palabras:1404    |    Actualizado en: 31/05/2025

1 - La

grave de su padre llenó

su mochila sobre el sofá, se quitó la bufanda del cuello con las manos aún f

preguntó, con su vo

o, protector hasta el extremo. Nunca le había hablado con ese to

Leah... algo que p

n verdaderamente peligroso.

el miedo se le en

dices eso? ¿A

. Dudó un segundo, pero

a mano derecha

ó congelarse e

palid

po? ¿La Bestia que co

e opción. Era él ... o yo. Tuvimos una redada esta madrugada. Llevábamos meses

da oscura, una sombra que los noticieros apenas nombraban. Un m

rmeza-.-Tienes que tener cuidado, Leah. No vayas sola a ningún sitio

un nudo en

me dices

iero que estés alerta. Esto..

ncias? ¿Có

la ventana. Observó la calle, como

, metódico... sádico. Levis no era solo su

ó haci

ías ser

liva. Le dolí

endo que... ese Max..

-. Pero haría cualqui

ecorrerle la espalda. Y en

a mar

os oscuros de aquel hombre al que jamás había visto, pero del que

Manhattan, con la capucha sobre la cabeza y el corazón en el cuello.

che n

a. Cristales tintad

ojo, ahí estaba. Persiguiéndola sin moverse. Como un tiburón acechando bajo el agua.Al lleg

de la universidad y ma

la cafetería? N

saciones superficiales. Pero Leah apenas oía nada. Estaba sentada en una mesa del fondo, envuelta

pido, sin aliento, y se

bien? Me has asus

ojos verdes brillaban con un

no esto

ejó su bolso en la silla

ado algo

segurándose de que nadie las escu

dijo algo... algo qu

tragó

é te

ó Leah, apenas audible-. A un

s pupilas se dilataron. El nom

odo lo que pu

ntió len

derecha de

que el corazón se le d

eguntó, su voz más

tuvo opción... pero que ahora teme que algo malo pueda p

tentó mantenerse serena. No podía de

.. está

a clase, vi un coche negro siguiéndome. No sé si fue mi imaginación, o s

manos contra la mesa, para que

nada. A veces el miedo

tí, Erika. Como si alguien

una angustia silenciosa. Quería decirle la verdad. Querí

vas a

único real que tengo. No puedo hablar de esto con nad

presión en el pecho q

o, Leah. Pase

ro acababa de confiar su miedo a la persona menos i

enía que hablar con Max. Antes

.

nte sus facciones: mandíbula afilada, mirada de acero. El humo se mezcló con la humeda

ena al infierno que se cernía sobre ella. Su voz no podía

edo lo e

la vista del cristal-. La quiero

la cabeza, sorpre

ta n

Sin gritos, sin sangre, sin t

la tensión se le mar

quieres

bocanada de hum

aslado. Yo me encarg

undo. Luego habló

e la lastime. Solo para que no grite n

reojo, evaluand

daño. Ni un puto

vantó la

erá como si se hubiera dormid

tud inquietante. Su mirada volvía, una y otra vez, a Leah.

más para sí mismo que para Marco-. Me mir

tragó

eve cielo y tierra

ia sonrisa oscura q

nto más se acerque..

uerza, empapando la ciudad como si intent

raría lo que

.. ya e

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