NUNCA MÁS
apartó momentáneamente, lo que le permitió continuar con su rutina nocturna de limpiar todas las encimeras de acero inoxidable del
or, Maine, dos años antes, se enamoró. Era un pueblo pequeño con calles adoquinadas, justo al lado de un telescopio del gobierno que bloqueaba todas las seña
ó su compañero de trabajo David a su lado, mientras el rizo rebe
vocando que más de sus rizos desobedientes ca
coges si se te cae?", preguntó,
te, mirando a David. Volvió a enco
él y Rose y le sonrió. "Yo también", dijo en
e la mirara. Por eso su cabello estaba así: la ocultaba. Por eso a m
eñado cabello negro, y una espesa barba le cubría el rostro. Había empezado a trabajar en el Roasted Bean dos meses antes con Rose, pero venía muchas veces los vie
vó el enorme enamoramient
le importaba hablar con la gente. Simplemente odiaba que se fijaran demasiado en ella. Prefería hab
a atención. Y Brianna, otra camarera del Roasted Bean, lo confirmó. Brianna era la única amiga de Ro
abía dicho Brianna a Rose durante su clas
romántica, porque a los veinticuatro años nunca había tenido novio y no estaba segura de saber qué hacer. Antes de su vida en Chadumor, h
ble una y otra vez, dolorosamente consciente de que David la m
ose, quien la frotaba, deteniéndola. "Está limpia", le d
ro de David. Al encontrarse con la mirada de David, est
rozando sus labios con los de ella. El corazón de Rose se aceleró y sintió mariposas en el
sterior de su cabeza y se inclinó cuand
s. La bocina volvió a sonar repetidamente, y David puso los ojos en blanco.
-dijo Rose
ndo la mano de Rose-. Quiero qued
CIN
e verdad -le
ose. "¿Te veo mañana?", pre
se inclinó para dar
un paso y le soltó la mano. "Buenas noches, Rose", dijo, camina
dedicó una amplia sonrisa y luego se dio la vuelta y salió
go agachó la cabeza y sonrió. Después de unos minutos, dejó c
da con llave, olvidándose por completo de ponerse el suéter. En cambio, lo mantuvo envuelto alrededor de su cintura, dejando sus brazos al des
las y cómo realmente centelleaban desde su posición celestial. Estaba segura de que nunca habían brillado con tanta inte
detrás. Rápidamente le taparon la boca con un paño de olor horrible, y luego la levantaro
ás y que la oscuridad la arrastraba hacia la inconsciencia. Lo último qu
abía exactamente quién se la había llevado. Y eso e
abía res