Mi único amor verdadero
a! -le gritaba Mateo corriend
rampa!! -se
a. Ella corría más fuerte ajustando sus pasos a los de Mateo. Ya no era una niña y ya no era de baja estatura. A los trece años, ella pegó un estirón y sus piernas se hicieron muy largas. Ya no le mo
onrisa traviesa de costado y sus ojos avellanas brillan
er. La mira de reojo y sonríe al ver l
un cartel que decía "Por muchos años más, Peque", luego estaban los amigos del joven, todos con sus propios instrumentos en las manos. Marcel
ro de escuela de Mateo
el orfanato en el cual una vez M
banda de
Resi
vestida con un tul de color azul, el co
las violetas que llenaban el aire con un aroma a canela que se mezclaba con el exquisito aroma a vainill
zura y le besa los labios para
algo para decir, pero esta vez no quería escu
e Marcelo, el baterista, comienza a sonar las primeras notas en el teclado, producido por Adam, para que, de a poco se unan los demás en plena sincronía. La boca de Aye se abre por instinto, al descubrir la ca
a es
edo de acep
cómo fue ni
llama l
an r
mbra que osc
as que yo n
a luz que
e como q
miedo de
el amor es algo q
to verlo jamás
n tantas co
s, el viaje
ser ancia
los paseos po
deseo atraves
unca en e
s podrá
r tan
Splinter", ese dije que era el sello de la unión de ambos, ese dije que le había regalado Mateo en su cumpleaños número quince, hace jus
escenario sin dejar de mirarla y con cada pa
es
a no estropee
do y grito por
a entien
e como q
miedo de
el amor es algo q
to verlo jamás
tantas cosa
s, el viaje
ser ancia
los paseos po
deseo atraves
unca en e
s podrá
r tan
ron y él de un salto bajó del escenario y se posicio
mento y en cada momento que ellos estaban juntos. Él era con ella; fiel, leal, honorable. Le d
altura y con delicados movimientos, limpia sus lágrimas con los pulgares-.
grima salada que c
y me hacían llorar a propó
uspira y besa la comisura d
le so
n manos temblorosas-. ¿No existe un amor tan grand
tro amor tan grande como el nuestro -repite cerca de su boca y mordiéndose el labio inferior, acor
salen con destino a la casa de Aye. A demás de cumplir un año de novios con Mateo, también er
? -le susurra
y a escondidas de Aye, le dio una mano en todo al joven. Lina es su compinche, su cómp
endo bien que la dejó escaparse a pesar que todos e
ay pro
l otro lado de la sala llevando a Aye a "coco
Mateo y se gana un codazo de Noe
a moverse-. Necesito que
-brama-... y no lo voy a hacer -Se gira haci
r dejando la am
e, ¿verdad? -le pregunta a Lina
. Pero no te preocupes, él fue uno de los prime
rece -refu
a Alex le caes demasiado bien, como para que te vigile. Haz
ias -m
que deben estar t
al verlo le sonríe y le señala un lugar vacío a su lado. Él le devuelve la sonrisa y camina hacia ella, con un beso en la mejilla se sienta, la toma
~
orquería de música? -ironiza Mate
tómago sobre el colchón y muchos papeles a su alr
porquería -defienda provocando que el j
alando a un lado de don
s -asie
el colchón al lado de la joven y Aye se
ándole una mejilla para desp
el instituto sobre "naturaleza" -
ibujo de un tigre de bengala sobre una gran roca ocult
-contesta levantando otro dibujo d
ara ver como tuerce la boca, Aye hacía eso cada vez que estaba pensando en algo o se ponía nerviosa. Y, en definitiva, en ese momento esta
la mantiene, al tiempo que se acerca para hacerse de su boca. Primero le da un suave toque, luego deja un poco más sus labios pegados a los de ella. Obse
sos por su cuello, detrás de su oreja, su mandíbula, vuelve a bajar por su cuello, su clavícula. La respiración de Aye se hace más trabajosa, más inestable y el joven está perdido en el cuerpo de ella. Él baja su mano hasta el dobladillo de la camiseta de la joven y la posa sobre el costado de piel desnuda de Aye. Con suavidad sube la mano hasta llegar al omóplato y vuelve a bajarla en una suave caricia. Con la ayuda de la otra m
sa -susurra Mate
Aye pierda el hilo de sus pensamientos. Mateo aprieta más su cuerpo al de ella, como si quisiera volverse uno con Aye. La joven comienza a titubear y un ligero temblor recorre su cuerpo. La excitación de Mateo la está poniendo cada v
o todo de sí, para no dejarse llevar por el animal salvaje que ruge en
egunta con voz ronca,
miedo
sa su boca-. Jamás te
uación. Ya sabes, es mi primera vez y... Tengo m
e mirándola
Sabe que no es el momento, ella todavía no está preparada y él no va a forzarla a hacer n
es que no quiero estar contigo, que no
oca-. Yo no pienso nada de eso. Sé que me quie
. -le interrumpe Aye y ella es interrumpida por Mate
saber luego de dejar su boca-. Voy a esperarte el tiempo que sea necesario
ias -m
ndo q
ntiendo el calor de la respiración de ella en su cuello. Así, aferrados uno del otro, como si temieran caerse si no se sostienen tan
ses de
ue había debajo de ella, le gustaba salir al patio y sentir el césped entre sus dedos. Aye en su casa siempre andaba descalza y después que él se burlara de ella por hacerlo, hasta que un día lo instó a hacerlo también y una vez que sus pies sintieron el contraste del suelo, de los dife
endo el último momento de pasión con Aye, no habían hecho el amor, pero poco le imp
miedo a decir lo que pensaba, aunque muchas veces hablaba sin pensar, decía lo primero que le venía a la mente, eso para él era asombroso y admirable, a ella le importaba poco y nada lo que pudieran decir los demás, solo te decía la verdad fuera cual fuese. Era valiente y era lo que más amaba Mateo de esa joven. A veces era ingenua, siempre tratando de buscar el lado bueno de las personas, aunque tenía un buen ojo para decidir a quién retener a su lado. Aye era pura, era alegre, t
y apellido alemán -Ian entra a la
mbién estabas medio idiota? -le preg
suelta entre risas-, estab
no de Mateo en so
tu lado, que harías todo por ella y que no habría nunca
Quizás no debería decirte esto, pero eres joven
pero de lo que sí estoy seguro es que ella es la única mujer que siempre voy a amar -Hace una pausa pa
é un poco más, no me arrepiento, pero me hubiera gustado conocerla mucho antes a tu madre, quizás hubiera cuidado de ella cuando estaba sola -Suspira y
e Mateo-. Y es lo mis
eso, pero al pasar tanto tiempo con tu madre y sus amigos me ablandé un poquito -Ambos se ríen, luego Ian se pone
a y niega con la cabeza mo
iciendo-. No ll
clama el
e mostrando
davía y no me importa e
en, no debes
. Jamás -sent
quiero que Gaby cometa un
igue el juego, sabedor que Gaby es quien le enseña a pelear a
treza física. Es buena peleando, bailando, jugando al vóley. Es muy
ra con exageración-. Recuerdo bi
eír a todos los presentes. Aye se puso roja de la rabia, y eso que siempre fue muy difícil hacerla enojar, solo Mateo tenía ese poder, no obstante, ese día Jonas la hizo perder los estribos. Ambos subieron al cuadrilátero, en menos de cinco segundos, Aye lo había barrido y golpeado tres veces, la primera en el co
, lloraba y temblaba como una hoja. Siendo más veloz que en muchas ocasiones,
jo y preocupado. Ella solo solloza y no contest
nterviene Mateo al ver as
orar, al menos que fuera por alguna p
ndo el rostro en el pecho de Ian, este la abraz
ron bien lo que p
ando él tuviera la edad correspondiente, la empresa tendría que manejarla el joven y no había replicas al respecto. Sofi habló muy seria con Mateo, le preguntó sí él quería tomar el mando de la empresa o dejaba que Torrielli se ocupara, ya que era el vicepresidente y mano derecha, primero de su padre y luego de Regina. Sofi le dejó claro que no tenía ninguna responsabilidad con la empresa que, si quería no manejarla, no había ningún problema. Al fin y acabo, ella tampoco quis
era de los padres de Sofi, era una empresa familiar, el lugar que hacía fuerte el apellido de ella, era lo único que quedaba de la familia Stagnaro. Sin embargo, tampoco quería dejar a Aye, había prometido cuidarla siempre, protegerla de todo. Era la mujer con la
ta, un sueño que alcanzar y no podía quitarle eso. No podía ser tan egoísta. Él la ama y por eso debía dejarla ir. Hacerse cargo de su responsabilidad y pedirle a Aye que siga su sueño y cuando lo
ta con el valor para dejarla ir de manera definitiva
retando los puños a sus lados con tant