Detenida por Atracción. Serie Uniforme y Deseo
necesidad de palabras. El sol se desvanecía en el horizonte, tiñendo el cielo de colores imposibles, mientras la ciudad abajo comenzaba a brillar como una constela
o de los dos se movió, como si, al igual que el paisaje, estuvieran suspendidos en ese momento eterno. La ca
ibió como un amante, levantando su cabello y desnudando su cuello, un gesto tan natural que parecía una invitación al deseo. Javier la miró, se quedó allí, en s
arina, girando ligeramente el ro
e un paso más-. Pero siempre quis
de lo que debía, un segundo más, un segundo que era capaz de decirlo todo. Y entonces el aire entre
el fuego que ya ardía entre ellos. Las palabras se desvanecieron, la conversación se deshizo en risas tímidas y murmullos que no decían nada
atraía sin remedio. Su calor la envolvía, su presencia era una caricia constante, una invitación al deseo. Y sin poder evitarlo, sin pensarlo más de lo necesario,
razo la rodeó con una firmeza controlada, como si estuviera al borde de perder el control. Sus dedos se entr
aber si sus palabras habían escapado de su bo
a. El temblor de su cuerpo, la calidez de su pecho, lo hacían sentir que había algo mucho más grande que las
es, oc
que los invadió a los dos al mismo tiempo. Fue un beso de los que marcan el principio de algo, de los que contienen una histor
ron su espalda con una ternura que contrastaba con la urgencia de sus labios, que buscaban encontrar cada rinc
atrapados en una esfera de calor, de tensión, de deseo. El cielo se oscureció por
, enredados, abrazados, como si el tiempo ya no tuviera ningún sentido. Como si, al cruzar esa línea invisible, supieran que ya no había vuel