su voz se mantenía en un tono bajo, y su expresión se volvía cada vez más tensa. Decidi
rincipal resonó en la casa. Su corazón dio un brinco. No estaba esperando a nadie. Con pasos c
jándola sin miramientos mientras sus vo
rostro desencajado por la ira-. ¡Nos
su padre con los ojos inyectados de
anzaban con agresividad, sus miradas cargadas de reproc
espetable, no para que terminara como una cualquiera!
e la gente no habla? ¿Crees que nuestra reputación no está en r
ra errática, su pecho dolía. No podía creer que fueran ellos, sus propio
ara -logró decir, con la voz te
rente de calidez-. ¡Nos arruinaste, Lya! Todo por tu capricho,
bloquear sus acusaciones. Pero ellos no se detenían. Su pad
ero no, sigues huyendo, escondiéndote como una cobarde -su tono
uien más la haría sentir indefensa. La culpa la envolvió como una sombra asfixia
No podía permitir que la hicieran sentir así, no cuando
te, con más fuerza de la q
a, aunque temblorosa, se irguió con determi
esposa. No soy la única culpable aquí -dijo, su voz firme pero herida-. Y
precio, mientras su padr
antes de volverse hacia la puerta
sus padres dar media vuelta y salir, dejándola all
casa. Frunció el ceño, sintiendo un nudo en el estómago sin una razón aparente. Se acercó con cautela a la pue
madre, con el rostro deformado por la furia, la empujó hacia adentro con
su madre, su voz afi
avanzando con pasos pesados. -¡Tu e
sponder de inmediato. Sabía que sus padres estaban furiosos, pero
oteó, sintiendo las lágrimas brot
stro congestionado por la ira. -No nos importa có
paso más, con el
O abortas y terminamos con este problema de una vez por todas,
Sus lágrimas se intensificaron mientras negaba con l
favor... -sollozó. -N
ás! -gruñó su madre, escupi
gélida y autoritaria
s sufi
staba allí, su postura tensa y amenazante. Sus ojos oscuros bril
te en esto? -espetó el padre de
a de unos padres que no merecen ni pronuncia
te incumbe... -advirtión firmeza, dando un paso al frente-. Y mucho menos
Lya avanzó hacia Tristán, pero él no se inmutó. Al
tenerla aquí!
Tristán con una calma mortal. -L
tó una carca
in nosotros. No dur
amente hacia adelante, s
una suerte qu
iraron entre sí, sus rostros tensos y enojados. Finalmente, su padr
madre antes de cruzar la pue
casa, dejando un silenci
cionó de inmediato, sujetándo
rmuró, su voz m
do por los sollozos. Tristán no dijo nada más, simplemente la abra