Engaños en el paraíso
-preguntó con profe
o, intentó resolver la situa
, creo que preferiríamos a otra mesera, si fuer
to del restaurante. Su mirada recorrió las pocas mesas ocupadas, la barra semivacía y la entrada, deteniéndos
inflexión que insinuaba que no había otra opción-. Soy la
nrisa pícara, me co
a idea lo de los delfines. Parece q
cias a los esfuerzos de Martín y Eduardo por aligerar el ambiente. Sin embargo, la presencia de la mesera seguía siendo un rec
de un paseo en barco al atardecer. Intentaba relajarme y disfrutar de las vacaciones, pero la imagen de la mesera y la disc
Al entrar, busqué con la mirada a la mesera, con una mezcla de curiosidad y aprensión. No la vi
onversaciones animadas y risas. El sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla se mezclaba con la música ambiental del restaurante del hotel. La brisa marina acariciaba mi rostro
imos nuestras miradas hacia allí y vimos a la mesera, la chica de los ojos verdes, discutiendo acaloradamente con un hombre. No podía escuchar lo que decí
iene problemas -comentó Edu
reocupación. La chica retrocedió un par de pasos, con una expresión de miedo
duardo, poniéndose de pie
ó a la chica del brazo con fuerza. Ella intentó zafarse
, comenzando a caminar hac
uiéndolo. No podíamos permitir que la situación escalara a mayores. Cuando
do, con un tono de voz firme pero
ra roja de furia, se
rees que eres? ¡E
manteniendo la calma-. No voy a p
e. En ese momento, Martín y yo nos pusimos al lado de Eduardo,
con un tono conciliador-. Cá
tres juntos, pareció pensárselo mejor. Soltó el bra
ó con los ojos l
muró, con la
odio antes de darse media vuelta y alejarse a grandes zancadas por la
-le pregunté,
ente, pero sus ojos
racias a
ento, le ofreció u
a. ¿Te gustaría unirte a nosotros? Estamos cenando
do de Martín a mí y luego a Eduardo. F
. Me enc
ipado, reemplazada por una atmósfera de preocupación y alivio. Al sentarn
te con
parecía más relajada, aunque aún se notaba que estaba un poco nerviosa
erca? -preguntó Mart
pondió ella, con u
a -propuso Martín-. No queremos que
sorpresa, pero luego
uy amable d
erta. Sus rostros se endurecieron al vernos llegar con ella. Intercambiaron miradas de desaprobación y nos diri
iró con una ex
a-. Son mis padres. No les
s -dijo Martín-
ella con una sonri
staurante del hotel, la vi de nuevo. Se acercó a
dijo con una s
ndí, sorprendido de
o-. Y también disculparme por mi comportamiento
dije-. Todos tenem
formalmente -dijo, sonrie
resa. ¡Tenía el mismo
a -comentó Martín
, sintiendo una extraña
guntó mi hermana Alejand
lla se llama
ojos, soltando una peque
casu
tín, con una sonrisa pícara-. Casi
a, se rió ante el c
o a Alejandra. Sus ojos la seguían con una intensidad que me resultó un poco extraña. Incluso le hizo algunas
eran... tus padres? -pregu
una expresión que mezcl
n poco...
eño. Después de que Alejandra se alejara un momento para atender otra mesa, Alic
o? Espero que tu novia, la que está a kilómetros
jó levemente y a
spondió, con una sonrisa nervi
licia, con una ceja arque
la escena con una sonrisa divertid
mos las cosas de context
su expresión seguía s
me termina de convencer. Además,
sconfianza de Alicia, pero también creía que Alejandra se había disculpado sinceramente. Sin embargo, después de la escena que presencié la noche anterior, yo ta